ASTUCIA PARA SOBREVIVIR

 

Esperábamos la hora de la comida.

Todo era cuentos, bromas y anécdotas mientras el sol golpeaba nuestros cuerpos.

Sentados, algunos, sobre la mesa y otros en los asientos cercanos, ocupábamos el tiempo y disfrutábamos.

Repentinamente alguien nos alerta.

El silencio nos gana a todos los presentes.

Ya es la tercera o cuarta vez que le sucede lo mismo.

Se pone tieso, con los ojos en blanco y se desploma.

La primera vez llamamos a una emergencia que, luego de estudios, nos dijeron que era una pérdida de irrigación al cerebro.

Le acosté sobre la mesa y levanté sus piernas.

A diferencia de la otra vez su reacción se demoraba.

Decidimos llevarle al hospital y de alguna manera le subieron a una camioneta.

Rato después nos avisaron que había mejorado pero continuaban realizándole estudios.

Fui a verle. Uno de los médicos de la emergencia le realizaba unas preguntas que él supo responder con astucia.

“¿En qué año estamos?” “Mire, yo sé que no es el año pasado ni el año que viene”

“¿Qué días es hoy?” “Debe ser martes, jueves o sábado porque teníamos comedor”

“¿Es de mañana o de noche?” “Ha de ser de mañana porque yo tengo hambre”

Así iba sorteando, con astucia, las preguntas sin responder concretamente a ninguna de ellas.

Sin duda los años le han dado velocidad para respuestas sin comprometerse con ellas.

Ese día le había preguntado cómo lo había tratado el frío del día anterior y me había dicho que “había prendido la salamandra, se había sentado cerca de ella y no había salido de su casa” así que él ni se enteró del frío.

Rato después debí ir a su casa ya que había quedado abierta. No había ninguna salamandra.

“Usted busque por arriba de la mesa o de un mueble y  va a encontrar un candado con la llave puesta. Con ese cierre”

Lo primero que llama mi atención es que la puerta no posee ningún lugar para pasar el candado y lo segundo es que no encontré ningún candado.

Pero quien lo escuchase quedaba con la certeza de que su casa quedaría bien cerrada.

Sin duda otra muestra de astucia de su parte.

Ayer me dijeron que le habían dado unos remedios para que tomara pero no quería hacerlo. Hoy le pregunté por los remedios que debía tomar y me dijo debería haberlos dejado en el hospital.

Aquel hombre vive solo en la más absoluta indigencia. Sin luz, sin agua y con nada de objetos en su casa.

Una cama, una mesa y una silla es todo su mobiliario.

Su dormitorio se encuentra sumido en una prolongada noche debido a unas plantas que impiden el posible ingreso de algo de luz.

No posee nada salvo una aguda astucia con la que convive y sobrevive.

En una oportunidad, al pasar frente a su casa, tenía la visita de dos policías comunitarios. Me detuve y bajé por si podía ser de utilidad.

Una policía le preguntó si tenía luz y agua. “Cómo no voy a tener” respondió él sin dudarlo sabiendo no posee ninguna de las dos cosas. Al salir le dice: “Justo vino un día que hay apagón y corte”

Sin duda la astucia es la única riqueza que posee.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB