GEHENA
En diversas oportunidades,
en la Biblia, podemos encontrarnos con esa palabra.
De allí se han tomado
referencias al infierno.
Se le ha definido como un
lugar de tormentos y de fuego eterno.
Sin duda cuando los relatos
evangélicos nos dicen que Jesús utilizó dicha expresión no debemos tomar al pie
de la letra tal expresión.
Jesús hace referencia a un
lugar bien concreto para sus oyentes.
La gehena era un lugar,
fuera de la ciudad, donde los habitantes de Jerusalén solían arrojar los
desperdicios.
Hoy diríamos que era el
basurero de la ciudad.
Allí iban a parar todos los
desperdicios que podemos imaginar ocasionaba la población.
Desperdicios que no
consumían los perros, los cerdos, las aves carroñeras o las ratas.
La naturaleza surtía de una
abundante cantidad de animales que colaboraban con la limpieza de la ciudad
pero esta no alcanzaba para una limpieza total.
Todos esos restos iban a
parar a la gehena donde se descomponían al aire libre.
Allí no faltaban elementos
en putrefacción ni objetos en consumición.
Para mitigar los malos
olores que de allí provenían solían desparramar azufre y realizar frecuentes
quemas.
Esto hacía del lugar un
espacio donde abundaban las columnas de humo o las llamas constantes.
Por otro lado, y
sobreviviendo a esto, abundaban los gusanos producto de la putrefacción de
cosas diversas.
El solo hecho de llegarse a
ese lugar era adentrarse a un lugar de tormento puesto que invadidos por el
olor pestilente o por los humos hediondos.
Jesús utiliza dicho lugar
para hacer referencia al lugar donde irán aquellos que son marginados del Reino
de los cielos.
Durante mucho tiempo se ha
tomado esta referencia de Jesús como un algo tomado al pie de la letra.
El cielo se nos plantea
como un estado de felicidad y realización completa en cambio el infierno se nos
planteaba como un lugar de tormentos.
¿Por qué esa diferencia?
Vaya uno a saber el origen de tal distinción. Uno estado y el otro lugar.
Es muy difícil poder
determinar con certeza las cosas del más allá de esta vida.
No podemos hacerlo debido a
que deberíamos despojarnos de nuestros pensamientos humanos y poder saber desde
el designo de Dios.
Nosotros trasladamos
nuestros esquemas a la visión de Dios y desde allí lo suponemos.
Nos cuesta entender a un Dios
sin premio y sin castigo.
¿Será, necesariamente, así
Dios?
En un determinado tiempo,
algunos padres de la Iglesia, sostenían que el infierno era un lugar de
tormento y los que estaban en el cielo disfrutaban viendo sufrir a los
condenados.
Tal concepción respondía a
una visión propia de un tiempo y de una espiritualidad.
Sin duda que, cada vez más,
nos vamos alejando de tomar al pie de la letra lo dicho en los relatos
evangélicos.
Sin duda que hacer tal cosa
es infantilizar la propuesta de Jesús.
Jesús nos presenta a un
Dios (Padre) justo pero que no se mueve por el temor o el castigo.
Es un Padre misericordioso
que ama, comprende y perdona.
No veamos en la gehena otra
cosa que una forma simbólica de hablar de Jesús.
Padre Martin Ponce de León
SDB