Consejos a un joven
P. Fernando Pascual
27-8-2018
El padre abad quería ofrecer
algunos consejos a aquel joven que acababa de salir de su casa para iniciar una
nueva vida en otra ciudad. Por eso le envió el siguiente mensaje.
"Un saludo, Daniel, esperando
que hayas tenido un buen viaje. Como casi no tuvimos tiempo para despedirnos,
pues estabas agobiado por los preparativos, te dejo estas líneas con algunas de
las ideas que quería compartirte.
Tu vida hasta ahora ha estado
llena de bendiciones. Has encontrado un ambiente que ha favorecido tu fe. Has
evitado malas compañías. Has tenido facilidad para ir a misa y para confesarte.
Has leído mucho sobre la oración.
Ahora las nuevas
circunstancias te apartan de ese ambiente. Tienes nuevos retos ante ti:
acomodarte, tomar decisiones sobre tu futuro, pensar en serio en crear tu
propia familia, escoger otros amigos.
Por eso, ante tantos retos, un
primer consejo: no dejes de hablar con Dios continuamente. Puedes recurrir a la
famosa oración del nombre de Jesús, que en una fórmula breve dice así: "Señor
Jesús, ten piedad de mí, pecador".
Es una oración sencilla, del
corazón. Puedes encontrar otras fórmulas, incluso inventar las tuyas. Lo
importante es aprender a hablar continuamente con Dios para pedir luz y ayuda
en los diversos momentos de tu vida.
Busca también una persona
espiritual, cercana a Dios, que pueda ayudarte y aconsejarte en tu camino
cristiano. No somos creyentes en soledad, sino en la gran familia que es la
Iglesia. Y es bueno encontrar amigos, consejeros, que nos permitan discernir
bien por dónde nos quiere llevar Dios.
Para tu futuro profesional, un
consejo sencillo. Dedica algunos días para visitar a personas concretas que
realizan trabajos que te parecen adecuados para ti. Luego, pregúntales cómo se
sienten, qué es lo que mejor ayuda a prepararse para ese trabajo concreto, etc.
Según las respuestas que
recibas, podrás decidir hacia dónde dirigir tus pasos y en qué trabajo te
gustaría servir a tu familia y a los demás.
En cuanto a tus amistades, sé
prudente. Hay personas que engañan, incluso que abusan. Cuando encuentran a
alguien sencillo y abierto como tú, es fácil que busquen simplemente
aprovecharte de ti. Por eso, atención: no dejes que nadie te dañe.
Gracias a Dios, también encontrarás
muchas personas buenas. Ojalá que cerca de donde vivas haya algún grupo
parroquial y puedas así vivir con otros la misma fe que tú llevas en el
corazón.
Los golpes de la vida no
faltarán. Cuando lleguen, por culpa de otros, por culpa tuya, o por causas que
no acabas de comprender, mira siempre a Dios y encuentra en Él refugio,
consuelo y, cuando haga falta, perdón.
No dejes que un rencor
destruya tu alma. Cuesta perdonar, también me cuesta a mí, pero con la gracia
de Dios podemos hacer ese gesto maravilloso que nos libra de odios malsanos y
rescata a quienes nos hayan ofendido.
Vive cada día confiando en
Dios Padre, como enseña el Evangelio (cf. Mt 6,25-34). El Reino es lo
más importante. Lo demás puede producir grandes alegrías, pero también decepciones.
Dios, en cambio, nunca falla.
Sobre el tema del noviazgo,
una breve idea: no juegues con tus sentimientos ni con los sentimientos de otra
persona. Cuando encuentres a una joven que parece ser la "candidata",
aprende a hablar con ella para llegar a compartir los propios ideales y buscar
esa armonía de mente y de corazón que permite matrimonios maduros y
auténticamente cristianos.
Ten cuidado con el dinero. Que
nadie te engañe con préstamos que no son sino usura vestida de una amistad
falsa. Tampoco despilfarres lo que vayas consiguiendo. Usa los ahorros para
ayudar a otros y para prepararte a poner en pie tu propia familia.
No olvides nunca a los tuyos.
Gracias a Dios, la tecnología hace muy fácil el comunicarte con tus padres y
hermanos. Pero más que la cantidad de mensajes, importa la calidad y el cariño
que pongas en ellos.
Creo que me quedan muchas más
cosas por decirte. No quiero alargarme para no retrasar esa nota. Rezo por ti.
Reza por mí. Si no nos volvemos a ver en esta tierra, pido a Dios que podamos
encontrarnos, un día, en el cielo.
Tuyo siempre en Cristo,..."