CADA DÍA SU AFÁN Diario de
León
RECONOCER EL MUNDO DE LOS JÓVENES
Entre
los días 3 y 28 de octubre se celebrará en Roma el Sínodo de Obispos, dedicado
esta vez a los jóvenes. En su primera parte, el Instrumento de trabajo nos invita a reconocer la situación de esos 1.800 millones de
personas con edad entre 16 y 29 años, que representan casi la cuarta parte de
la humanidad.
Según
el documento las desigualdades sociales y económicas generan violencia y
empujan a algunos jóvenes a la mala vida y el narcotráfico. La corrupción
socava la confianza en las instituciones y conduce al fatalismo y la falta de
compromiso. La guerra y la pobreza empujan a emigrar en busca de un futuro
mejor. En algunas regiones pesa la falta de las libertades fundamentales, aun
en el campo religioso, mientras que en otras regiones la exclusión social y la
ansiedad por el rendimiento empujan a los jóvenes a las adicciones y el aislamiento. En muchos lugares, la
pobreza, el desempleo y la marginación los sitúan en condiciones de
precariedad.
Tras
este acorde inicial, se analizan fenómenos como la globalización, el rol de las
familias, las relaciones
intergeneracionales, las elecciones de vida, la escuela y la universidad, el trabajo y la profesión, así como las creencias y
religiones
Como
se sabe, “las jóvenes generaciones son portadoras de un enfoque de la realidad
con rasgos específicos, que representa un recurso y una fuente de originalidad;
sin embargo, también puede generar confusión o perplejidad en los adultos”.
Tratando
de evitar juicios apresurados, el documento analiza el compromiso y la participación social de los jóvenes, su
espiritualidad y religiosidad, su participación en la vida
de la Iglesia, su presencia en el continente digital, en el mundo de la música
y del deporte.
También
a ellos les afecta la actual cultura del descarte, les preocupa la cuestión
laboral, la migración, las distintas formas de discriminación, la enfermedad, el
sufrimiento y la exclusión.
En el
fondo de estas situaciones y preocupaciones, se encuentran los tremendos desafíos
antropológicos y culturales que afectan a la comprensión del cuerpo, de la
afectividad y la sexualidad, así como a la búsqueda de la verdad. Además, “la
irrupción de las tecnologías digitales está comenzando a tener un impacto muy
profundo en la noción del tiempo y del espacio, en la percepción de sí mismos,
de los demás y del mundo, en el modo de comunicar, de aprender e informarse”. Ante la debilidad de las instituciones y la
multitud de propuestas, los jóvenes tienen hoy nuevas dificultades para
orientarse en la vida.
En
consecuencia, es urgente que la sociedad y la Iglesia se pongan a la escucha de
los jóvenes. Ellos desean encontrar una “Iglesia auténtica”, una Iglesia “más
relacional”, una comunidad “comprometida con la
justicia”. Esa demanda merece una
respuesta.
José-Román Flecha Andrés