Voz del
Papa
El hombre
que no perdonaba
José
Martínez Colín
1) Para
saber
Con
motivo del centenario de la declaración de independencia de las naciones
bálticas, el Papa visitó estos países, así que sobre los Mandamientos hablará
después.
En
una homilía, el Papa Francisco señala que para ser un buen cristiano, además de
haber sido bautizado, es preciso vivir como cristiano y apunta cuatro elementos
para construir un “estilo cristiano” de vida: “amad a vuestros enemigos, haced
el bien a aquellos que os odian, bendecid a aquellos que os maldicen, rezad por
aquellos que os tratan mal”. En una palabra, la caridad. Pero con todos,
haciéndose más patente con los que nos hacen un mal.
2) Para pensar
Una
escritora, María del Mar, tiene unos relatos edificantes. A continuación resumo
uno llamado “El caballero que no sabía pedir perdón”.
Érase
una vez un despiadado caballero que durante su vida había sembrado la discordia
y causado dolor a muchas personas.
Un
día, al levantarse, observó que tenía unas llagas purulentas y malolientes en
la piel de su cuerpo. Y cada día, sus úlceras iban creciendo. Asustado, decidió
acudir al lago azul, donde habitaba una ninfa que curaba las enfermedades.
Al
llegar se sentó en la orilla del lago. De pronto, emergió de las aguas una
hermosísima ninfa que le preguntó: “Caballero ¿qué has venido a buscar aquí?”
El
hombre respondió: “Sufro de terribles heridas”. El hada le dijo: “Tus llagas
son el fruto del odio que llevas en tu corazón. Tan sólo el bálsamo del perdón puede
curarte”. El aristócrata enfurecido se alejó de allí.
Pasó
el tiempo y, una tarde, el caballero regresó al lago. La ninfa apenas lo
reconoció pues habían crecidos las llagas. El hombre angustiado le pidió ayuda
y exclamó: “¡Ayúdame! Me he convertido en un monstruo repugnante, y sufro de
terribles dolores”.
La
ninfa le respondió: “Las úlceras son el fruto de tu odio y sólo el bálsamo del
perdón puede sanarte”. El hidalgo, cabizbajo, se alejó del lugar.
Pasó
el tiempo y, un amanecer, llegó al lago un apuesto joven. La mágica dama
emergió de las aguas y le preguntó: “¿Qué has venido a buscar aquí?” El joven respondió
sonriente: “¿No me reconoces? Soy aquel caballero lleno de úlceras que vino a
pedirte ayuda”. El hada, sorprendida, exclamó: “De no ser por tu voz, jamás te
hubiese reconocido. Ahora eres un joven apuesto y sano”.
El
gentilhombre prosiguió: “Vengo a darte las gracias, hermosa dama. Puse en
práctica tu sabio consejo, y fui a pedir perdón a todos y cada uno de los seres
humanos a los que hice daño. Por cada persona que me perdonaba, desaparecía una
de mis llagas. Así, hasta curarme del todo”. La ninfa sonrió satisfecha: “No me
lo agradezcas. Yo soy la voz de tu conciencia. A partir de ahora, ama a tus
semejantes y, si quieres hablar conmigo, tan sólo escucha la voz de tu corazón.
En
verdad, como el cuento lo relata, el mal que hacemos, realmente nos lo hacemos
a nosotros y sólo amando, sanamos en el alma.
3) Para vivir
El
amor de Dios se manifiesta en su misericordia, por ello, al perdonar, nos
asemejamos a Dios Padre, aseguró el Papa. Ese es el camino que va en contra el
espíritu del mundo. Con la ayuda de Dios, es posible perdonar a todos.
Pidámosle para no cargar con esas llagas, sino que seamos curados.
José Martínez
Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de
Navarra)