DELICADA MARIPOSA
¿De
dónde habrá sido que salió?.
Me
dirán, acaso, que....... tal vez.........
Me
dirán, acaso, que....... podría ser.......
Con
un revoloteo de sus alas plenas de
colores se llegó hasta mí.
Sin
ruidos, sin estridentes llamados de atención, simplemente se llegó hasta mí.
Quizás,
ella, solamente pasaba y........ me interpuse en su camino.
Lo
cierto es que, cuando quise darme cuenta...... una pequeña mariposa revoloteaba
ante mis ojos llenándolos de su batir de alas.
Iba,
venía........ revoloteaba........
Por
momentos se acercaba y su cercanía me hacía poner mis mejores cuidados para no
herir sus alas.
Por
instantes se alejaba y su distancia me hacía temer perderla al continuar con su vuelo libre.
Había
algo, en aquella pequeña y sencilla mariposa, que despertaba, en mí, más de una
pregunta y no lograba encontrar alguna respuesta.
Me
intrigaba.
En
oportunidades sentía como que sus vuelos pedían mi mano para posarse sobre
ella.
Otras
veces sentía como que sus vuelos estaban llenos de tristezas.
No
faltó la vez que sentí que su volar no era otra cosa que un hacerme saber que
estaba allí.
Me
intrigaba y no lograba saber qué era lo que debía hacer.
Temía
realizar algún movimiento y, motivada por este, se alejase.
Un
día marchó, quizás llevada por alguna brisa.
Un
día marchó, tal vez en busca de un poco más de sol.
En
otro lugar, en otro contexto, en otro momento.......... me encontraba
conversando........
cuando.......
No
sé de dónde habrá sido que salió............ ¡allí estaba!.
Batió
sus alas, una, dos, tres veces y........ se llegó
hasta mí.
Grande
habría de ser mi asombro cuando, luego de acercase, le veo posarse sobre mi
hombro confiada y tranquilamente.
Era
un gesto demasiado confiado de su parte como para que me resultase indiferente.
Era
un gesto demasiado delicado de su parte como para resultar insensible a él.
Su
presencia en mi hombro me resultaba, evidentemente, mucho más que una simple
presencia.
Era
un trozo de ternura que se llegaba hasta mí.
Era
un trozo de espontánea frescura que se instalaba en mi vida.
Era
muchísimo más que una muy gratificante sorpresa.
No
es fácil poder explicar el hecho de abrir los ojos y sentir que ellos se
llenaban de los mejores colores que aquella mariposa era capaz de brindar desde
su más cálida sonrisa.
Poco
a poco fui sintiendo que podía moverme sin ahuyentarla.
Podía
sentir su delicado aferrarse a mi hombro decidida a quedarse sobre él.
Pero
no podía dejar de sentir que su presencia me llenaba de cuestionamientos.
Sobradamente
sabía no era merecedor de su presencia sobre mi hombro. Era pura gratuidad y
debía hacer algo como para merecerle.
Sabía
de todos mis miedos y debía comenzar a cambiar para ser digno de semejante
delicadeza.
Podía
ver sus colores brindándose plenos de natural espontaneidad yo que, muchísimas
veces, había negado el brindar mis mejores colores.
Yo
que muchísimas veces he calculado las medidas de mi entrega me veía desbordado
por tantísima generosidad.
Sé
que su presencia sobre mi hombro era totalmente desinteresada y gratuita pero
no podía evitar cuestionarme desde ella.
No
quería fuese, lo mío, simplemente un hombro.
Quería
fuese el hombro digno para aquella revoloteante
mariposa que me regalaba su confianza y su presencia.
Es
indudable que verle allí me hacía sumamente feliz quería explicarle muchísimas
cosas pero........ ¿entendería mis inseguridades e
inquietudes?.
No
quisiera se volase pero, tampoco, me
resigno a brindarle la sola pobreza de mi hombro.
No
sé de dónde habrá sido que salió pero, sin duda, se llegó hasta mí para hacerme
muy feliz pudiendo lucir una sencilla y delicada mariposa sobre mi hombro.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB