DESCRIPCIÓN

 

Atiendo el teléfono.

La señora me dice que supo de mi número por una persona y me da un nombre.

Inmediatamente comienza a plantearme una realidad por la que me llamaba.

Se extiende en explicaciones y en detalles por lo que no puede venir personalmente a hablar.

Pasa inmediatamente a detallar la razón de su llamada.

Luego de una prolongada charla le digo “Señora, usted me dijo y le digo el nombre que ella mencionó al comienzo. ¿Quién es?”

“Ella es…..” Supongo trata de recordar el apellido y el mismo no aparece inmediatamente.

Entonces comienza a describirme a esa persona de una forma por demás original.

Podría haberme mencionado el lugar donde trabaja esa persona pero no lo hizo.

“Es una muy bonita persona. Es muy linda”

“Es una persona muy fina y muy delicada”

“Es un alguien muy atenta y simpática”

Suponía se estaba refiriendo a una persona y le iba a mencionar su apellido cuando, se ve, el mismo llegó hasta ella y me dice su nombre y su apellido.

Coincidíamos. No me equivocaba en quien suponía hacía referencia aquella señora.

“Mire, por medio de ella nos mantenemos en contacto” le dije yo.

Allí terminó la conversación.

Yo quedé pensando en la descripción que me había realizado.

 Pensaba en que si esa persona se hubiese sentido describir de esa forma, tal vez, habría dicho “Otra más que ve ciencia ficción” y, claro, habría sonreído.

Es lo que siempre me dice cuando le pondero alguna de sus cualidades.

Pero, también, pensaba en lo hermoso que debe ser cuando alguien es descrito por sus cualidades y no por otras situaciones.

Podría haberme dicho algunas situaciones como el lugar donde trabaja, su condición física, su familia o alguna otra cosa pero, no, me habló de realidades interiores que dice de esa persona.

Como si esa persona fuese la única que posee esas cualidades o las vive con tanta intensidad que a todos llamarían la atención.

Como si esa persona, por esas cualidades que le adornan, fue tan única que perfectamente identificable.

Pero, también, me preguntaba qué condiciones podía tener yo como para ser descripto.

¿Qué es lo que aporto a la vida como para sirviese de aporte para una descripción?

Supongo que fuera de realidades externas no tengo  mucho para aportar de manera especial.

Qué bueno sería no necesitásemos de nuestro apellido para identificarnos.

Que nuestra verdadera identidad la pudiésemos transmitir desde y con nuestras realidades interiores.

Que cada uno pudiese ser tan especial como para que nuestras cualidades nos describiesen adecuadamente.

Que lo que somos sea nuestra mejor manera de describirnos.

Que no sea lo externo lo que diga de nosotros sino esas manifestaciones de nuestra interioridad que se hacen realidad.

Verdaderamente me alegró la descripción realizada por aquella señora para decir de alguien pero, también, me alegró no recordase, en ese momento, su apellido.

 

Padre Martin Ponce de Leon, SDB