Aristóteles y la vida feliz
P. Fernando Pascual
24-11-2018
Para Aristóteles, todo ser
humano aspira a ser feliz. La idea estaba muy presente en la Antigua Grecia,
como lo está también hoy en casi todos los pueblos y culturas.
El problema es identificar en
qué consista la felicidad y cuáles sean los elementos que la constituyen.
Aristóteles buscó aclarar eso a través de la escucha de algunas opiniones que
giraban en su tiempo.
Constataba una pluralidad de
teorías sobre la felicidad. Para algunos, consistía en el placer. Para otros,
en los honores. Para otros, en una vida intelectual o teórica, en la reflexión
sobre la verdad.
Habría más teorías, incluso la
de quienes pensaban que la felicidad consistía en las riquezas, lo cual, según
Aristóteles, sería algo anómalo, pues el dinero es un medio para otras cosas,
no un fin.
Luego el famoso filósofo
griego analizaba cuáles serían algunas propiedades que forman parte de una vida
feliz. Las más importantes serían dos: la perfección y la autosuficiencia.
La perfección consiste en la
plena realización del ser humano en todas sus dimensiones, pero de manera
especial en lo que lo caracteriza: su racionalidad. Desde ella cada ser humano
puede controlar y dirigir sus acciones hacia el bien, y puede acercarse más y
más hacia la verdad.
La autosuficiencia consiste en
una situación o estado en el que no faltarían las condiciones y medios
necesarios para poder realizar aquellas acciones que son parte de una vida
humana perfecta.
Para Aristóteles autosuficiencia
no significaba aislamiento, pues nadie puede (ni quiere) vivir solo.
Autosuficiencia significaba tener una suficiente autonomía económica (los
bienes necesarios para una vida digna), salud, algo de poder político, y
amistades de calidad.
Saltaba a la vista de este
filósofo que muchas dificultades y acontecimientos ponían en peligro la
conquista de la felicidad. Bastaba un accidente, una traición, una enfermedad,
una crisis económica, para que muchos pilares de la vida feliz se vinieran
abajo.
A pesar de las dificultades y
los peligros, los seres humanos buscan aquella felicidad que está al alcance de
sus posibilidades concretas. Podrán hacerlo mejor o peor, pero su esfuerzo
confirma la tesis inicial de Aristóteles: todos queremos ser felices, aunque luego
no todos logran encontrar el camino que lleva a la verdadera felicidad.