A LA MESA
La mesa está servida.
Los
niños son los primeros en sentarse.
Apurados,
atropellados.
“¡Van
a tirar todo! ¡Cuidado!”.
“¡Estos
gurises parece que hace días que no comen!”.
Las
peleas hechas discusión surgen de prisa.
Por
el lugar en la mesa.
Por
los cubiertos o los vasos.
“Vamos,
chicos, ¿pueden dejar de pelear?”
Poco
a poco los adultos van ocupando los lugares.
Son
los que los niños han dejado libres.
Junto
a la mesa todo es fiesta.
La
comida es lo sencillo de cada mesa.
La
mesa es lugar de familia que se reúne.
La
mesa es lugar donde la familia comparte.
Allí
se habla del tiempo, de la escuela o del liceo.
De
fútbol y de los avances de la novela.
De
la final entre Boca y River.
De
las cuestiones políticas.
Allí
se habla de lo que es de más interés.
Junto
a la mesa Jesús se reúne a celebrar la fiesta.
Junto
a la mesa Jesús se reúne en la sencillez.
Junto
a la mesa Jesús se reúne para compartir.
Junto
a la mesa Jesús se reúne para quedarse.
Allí
les habla de la necesidad de la unidad.
De
su amor y de la necesidad de permanecer en él.
De
que sean servidores de los demás.
Que
repitan por siempre lo que él ha realizado.
Allí
les habla de lo que más le interesa.
La
mesa está servida.
A
diario la mesa está servida.
Para
que libremente nos sentemos junto a ella.
Para
que celebremos la alegría de estar juntos.
Para
tener el gozo de lo sencillo.
Para
prolongar el disfrute de compartir.
La
mesa está servida.
Hay
pan y vino para celebrar.
Hay
Cuerpo y Sangre de Cristo para compartir.
Hay
fraternidad para festejar.
Hay
sueños para brindar.
Hay
siempre lugar para uno más.
Desde
aquella noche la mesa está servida.
Desde
aquella noche para crecer en familia.
Para
crecer como comunidad.
Para
compartir el amor.
La
mesa está servida.
Cristo
es la razón de aquella fiesta.
Cristo
es la comida.
Cristo
desde aquella noche sigue siendo la mesa que está servida.
No
hay lugares de preferencias ni asientos especiales.
Todo
dice de igualdad y de fraternidad.
Es
la misma comida para todos, es el mismo Cristo para todos.
Allí
crece la unidad hecha cercanía entre todos.
Allí
crece el sentido común que es respeto y aceptación.
Cristo
golpea sus manos y con una sonrisa inmensa nos dice: “A la mesa”
Padre
Martin Ponce de Leon SDB