Voz del Papa
La oración que salvó al Papa
José Martínez Colín
1) Para saber
Comenzado
el tiempo de Adviento, la mirada se dirige hacia la Navidad y lo que ella
representa. Porque no se trata sólo de recordar lo que pasó hace tantos años,
sino darnos cuenta de que el nacimiento de Jesús incide en la vida de cada ser
humano. Jesucristo es el Salvador, y su salvación viene a quien la acepta. Por
ello la liturgia de la Iglesia nos invita a participar del gozo y la alegría de
ser salvados.
Además,
Jesús, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, se nos muestra como el modelo para
cualquier persona. Contemplando su vida aprendemos a comportarnos como
verdaderos hombres. Y una actitud constante de Jesús es su vida de oración. El
Papa Francisco ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis dedicado a reflexionar
sobre la oración del ‘Padre nuestro’.
2) Para pensar
San
Juan Pablo II fue un hombre de oración. Por ejemplo, cuando sufrió el atentado
en la Plaza de San Pedro, lo trasladaron inmediatamente al hospital. Durante el
trayecto, su secretario, don Estanislao, lo iba auxiliando, pues unas balas
habían derribado al Papa. No obstante, en medio del dolor, iba repitiendo
breves plegarias: “¡María, Madre mía! ¡María, Madre mía!”
Hay
una anécdota que refleja cómo desde joven era un hombre de oración. En tiempos
de la dominación alemana en Polonia, Karol Wojtyla,
quien sería Juan Pablo II, estudiaba a escondidas la filosofía y teología para
ser ordenado sacerdote, mientras lo alternaba con su trabajo en una fábrica.
Así estuvo dos años. En 1944, ante la rebelión polaca, los nazis comenzaron a
perseguir a los jóvenes y los encerraban en campos de concentración o los
fusilaban. Una noche irrumpió la policía nazi donde vivía y empezó a registrar
todas las habitaciones. Karol se fue a la cocina y
decidió rezar. En Polonia existe la costumbre de rezar postrados en el suelo y
así lo hizo. Los nazis pasaron a todas las habitaciones, registraron todo, pero
no vieron a Karol, quien no dejaba de rezar. Hasta
que se van sin encontrar a nadie. Karol seguía
rezando. Podemos decir que la oración lo salvó.
Pensemos
si la oración es algo presente cada día y en nuestra vida.
3) Para vivir
Podemos
pensar que no tenemos tiempo para rezar. El Papa Francisco comenta que a
Nuestro Señor Jesucristo lo buscaban de todas partes, recorría a pie muchos
lugares y tenía mucho que hacer y, no obstante, encontraba tiempo para
apartarse y rezar. Aunque Jesús rezaba en los actos de liturgia con el pueblo,
también buscaba lugares apartados, separados del torbellino del mundo, que le permitieran
descender al secreto de su alma.
Jesús
es maestro de oración y nos enseña a tener una relación con Dios Padre. Aunque
hayamos rezado durante tantos años, siempre debemos aprender. Por ello, nos
invita el Papa, deberíamos pedirle: “Señor enséñame a rezar. ¡Enséñame!”.
Y el
primer paso para rezar, dice el Papa, es ser humildes, reconocernos pecadores y
débiles. La oración humilde es escuchada por el Señor.
La
oración de Jesús es ejemplar, y nos enseña a amar la voluntad del Padre. Las
últimas palabras de Jesús, antes de expirar en la cruz, son palabras de los
salmos, es decir de la oración de los judíos: rezaba con las oraciones que su
madre le había enseñado desde pequeño.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y
Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)