Injusticias sin justicia
terrena
P. Fernando Pascual
14-12-2018
Son muchas las situaciones de
injusticia que hacen sufrir a millones de seres humanos y que no son castigadas
por los tribunales de este mundo.
Injusticias que llevan a
inocentes a la cárcel mientras culpables disfrutan de un dinero fraudulento.
Injusticias que determinan que
un pedazo de terreno sea dado en uso a quien realmente no es su propietario.
Injusticias que dan parte de
la herencia a un hermano mientras otros quedan privados de bienes que necesitan
con urgencia.
Injusticias que premian a
políticos corruptos mientras que políticos honestos son denigrados por
periodistas sin escrúpulos.
Injusticias que llevan al
despido de mujeres embarazadas mientras que grupos de presión promueven el
aborto de miles de inocentes.
Injusticias que roban el
salario a obreros y campesinos que trabajan día a día mientras se enriquecen
otros gracias a los beneficios de una cosecha mal pagada.
Injusticias que también llegan
a las parroquias, cuando se expulsa a un buen católico por calumnias mientras "sube"
el calumniador a puestos de gobierno.
La lista es enorme y
desconsoladora, hasta el punto de que uno se pregunta cómo sea posible tanto
dolor y tanta impunidad.
Más allá de los miles de fracasos
de jueces que no condenan a quienes han causado daño, y más allá de cientos de
leyes injustas que permiten la persistencia de delitos graves, existe una
justicia para todos más allá de este mundo.
Porque solo en la otra vida,
ante la mirada de un Dios justo e insobornable, los seres humanos que no
encontraron defensores durante su existencia terrena serán acogidos plenamente.
No basta el así llamado "juicio
de la historia" para consolar a quien murió en un campo de exterminio en
medio de angustias indescriptibles, o para aliviar los sufrimientos de una
mujer traicionada por su marido.
Solo la decisión del tribunal
eterno de los cielos "pagará a cada uno según su conducta" (Mt
16,27) y dará consuelo a quienes no lo tuvieron aquí en la tierra, cuando sean
recibidos por Dios, que es al mismo tiempo justo y misericordioso.