Los gustos de Dios
Para dejarnos sorprender
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Cuando
es el cumpleaños de una persona y se le quiere festejar, sus seres queridos
procuran agasajarlo con detalles que le gustan al festejado: el tipo de comida,
música de su gusto, invitarlo a un lugar preferido, una bonita sorpresa, etc. Desgraciadamente
en Navidad a veces no sucede así, pues muchas fiestas con motivo navideño, como
las posadas, no se piensa en Jesús, sino en complacerse a sí mismos. Al
acercarse la Navidad hay que agasajar a Jesús, pues celebramos su cumpleaños.
Por ello, en su reciente audiencia, el Papa Francisco reflexiona sobre qué fiesta
le agrada a Dios y nos invita a preguntarnos: ¿es esta la fiesta que agrada a
Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?
2) Para pensar
Si
contemplamos la primera Navidad de la historia, comenta el Papa, podemos
descubrir los gustos de Dios. Esa primera Navidad estuvo llena de sorpresas.
Primero
fue la sorpresa de la Virgen María cuando, sin esperarlo, llega el arcángel san
Gabriel y le anuncia que será virgen madre de Dios y ella acepta libre y
amorosamente. Luego la sorpresa de san José, llamado a ser padre de un niño sin
generarlo. Un hijo que no esperaba, pues aún no convivía con María. Ante esta
situación inesperada, vino otra sorpresa: el ángel le anuncia en sueños que
acepte a María y al Niño, incluso que le ponga por nombre Jesús. Luego la sorpresa
de tener que ir a Belén, con lo inesperado de no encontrar alojamiento y tener
que improvisar, en un sitio para animales, el lugar para que nazca Jesús. Los
pastores son sorprendidos por los ángeles. Una vez nacido el Niño, la sorpresa
que recibe José en sueños de tener que salir huyendo a Egipto. Pero la máxima
sorpresa fue en Nochebuena: que el Dios todopoderoso se haga un niño pequeño.
Paradójicamente, la Palabra de Dios se hizo incapaz de hablar.
A
imitación de Santa María y de San José, la Navidad invita a tener abierto el
corazón para aceptar y amar las sorpresas que recibimos. Pensemos cómo
reaccionamos ante lo inesperado.
3) Para vivir
Navidad
es dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo, aunque cambien nuestras
expectativas o suponga un cambio de vida inesperado. Celebrar la Navidad es
hacer como Jesús que bajó para los pecadores y necesitados. Es como la Virgen
María que confió en Dios. Es hacer como San José que despertando obedeció,
aunque tuviera otros planes. Entonces, aunque a veces parezcan sorpresas
incómodas, veremos con fe los gustos de Jesús, y veremos la maravillosa
sorpresa que guarda la lógica divina: el frío en Belén vence el calor seguro de
la casa con su chimenea; la humildad vence la arrogancia; la simplicidad y la
pobreza vencen la abundancia; el silencio vence el alboroto; el niño débil
vence la fuerza del rey Herodes.
Ya
no se vive para uno mismo, sino para Dios y con Dios, porque desde la Navidad
Dios se ha hecho un Dios para nosotros, un Dios que vive y camina con nosotros.
Se trata de cambiar la lógica del egoísmo por la lógica divina del amor. Navidad
es preferir la voz silenciosa de Dios al estruendo del consumismo. Para no
mundanizar la Navidad el Papa Francisco recomienda estar en silencio frente al
Nacimiento y dejarnos sorprender por Jesús. (articulosdog@gmail.com)