La generosidad de la Navidad
El significado de Belén
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El
nombre de Belén nos puede hacer recordar el lugar donde nació Jesús, pero el
significado de la palabra es poco conocido. El Papa Francisco se refirió a
ello: el nombre de Belén significa “casa del pan”. El Señor nos convoca a la
“casa del pan”, pues sabe que necesitamos alimentarnos para vivir y Él nos trae
el alimento.
Belén
es el lugar donde la historia de la humanidad cambió, pues allí Dios nace en un
pesebre. Como si nos dijera: Aquí estoy para vosotros, como vuestro alimento.
No toma, sino que ofrece el alimento; y se da él mismo. Jesús nos dice:
"Tomen, coman: esto es mi cuerpo".
2) Para pensar
Un
cuento atribuido al escritor Jorge Bucay nos muestra
cómo la generosidad siempre tiene su fruto.
Se
desarrolla la historia en un oasis escondido en el desierto, donde se
encontraba el viejo Eliahu de rodillas, cavando en la arena. En eso llegó su
vecino Hakim, un rico mercader, y le preguntó: “¿Qué
haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?” El viejo Eliahu
contestó: “Siembro dátiles”.
Hakim le recriminó: “¡Dátiles! ¿No sabes que los datileros
tardan más de 50 años para dar frutos? Y tú, siendo viejo, no comerás de
ellos”.
Eliahu
le respondió: “Mira Hakim, yo comí los dátiles que
otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Así, yo siembro,
para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto”. Hakim reconoció: “Me has dado una gran lección, déjame que
te pague con una bolsa de monedas”. Eliahu se lo agradeció y añadió: “Ya ves,
tú pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara y, sin embargo, ya
coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo”.
“Tu
sabiduría me asombra. Déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de
monedas”, respondió Hakim. “Mira, ahora ya coseché
dos veces”. Pero Hakim le advirtió. “Ya basta. Si
sigues enseñándome cosas no me alcanzará toda mi fortuna para pagarte”.
3) Para vivir
El
Papa Francisco señala que el cuerpecito del Niño de Belén nos propone un modelo
de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Belén nos enseña
que Jesús vino a darse. En la “casa del pan”, ante el pesebre, comprendemos que
lo que alimenta la vida no son los cosas, sino el amor; no es la abundancia
ostentosa, sino la sencillez. Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento.
Nutriéndonos de él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral
de la avidez y la codicia
El
Señor sabe que necesitamos del verdadero alimento y no de cosas que ahogan y no
sacian el corazón. Por eso se ha ofrecido a nosotros. Y todavía hoy, en el
altar, se hace pan para nosotros: llama a nuestra puerta para entrar y cenar
con nosotros. En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un
alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la
vida eterna.
El
Papa Francisco nos invita a preguntarnos: ¿Cuál es el alimento de mi vida, del
que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? ¿Aprendemos de la pobreza del
Niño su sencillez? ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas
complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de lo superfluo, para elegir
una vida más sencilla? (articulosdog@gmail.com)