CONVERSANDO
ENTRE MATES
Prometió venir a una
determinado hora y así lo hizo.
Yo ya tenía el mate pronto
puesto así me lo había pedido.
Le pregunté dónde quería
ubicarse para conversar y eligió un lugar al aire libre y con sombra.
Fuimos al fondo de la casa
y eligió un lugar.
Allí, entre mates y sombra,
se sentía el calor imperante pero igual pudimos conversar largo y tendido.
Desde hacía un buen tiempo
nos debíamos esta charla y hoy no había algún horario que nos limitase ni
tiempo que nos apurara.
Lo primero que hice fue
agradecerle por el hecho de haberme obsequiado personas que se han vuelto muy
importantes para mí.
No les conocí este año pero
en este tiempo hemos tenido la oportunidad de profundizar la relación y, así, enriquecerme
como ser humano. Me han regalado de esas cualidades que les adornan y viven con
total naturalidad.
Sin lugar a dudas ha sido
de las realidades más importantes que me ha dejado este año.
Otra situación por la que
debía formularle mi gratitud fue el hecho de poder continuar con la actividad
de la “mesa compartida”.
Aquí nos derivamos en
diversos recuerdos.
Yo le dije lo que me había
significado todo lo concerniente a la muerte de Don Jesús. Fue inesperado y
demasiado sorpresivo como para no recordar algunos detalles de aquella
situación. Imposible borrar la sorpresa de encontrarlo tirado debajo de una
cama. Aún puedo recordar el frío de su cuerpo. Es imposible olvidar la
transformación de su rostro al brindarle una caricia a María. Estoy convencido
debe de haber supuesto se había encontrado nuevamente con su mujer y le
regalaba una caricia desbordada de dulzura. Por lo menos falleció en una cama
del hospital y no tirado debajo de la cama en su casa oscura y solitaria.
Sí, ya sé que han existido
otras pérdidas que me han golpeado por muy diversas razones. Elsa, Pilar,
Ariel, Jorge y Ana. Esta última me desacomodó por ser ella una chispa de vida
que se apagó muy repentinamente.
Tampoco puedo olvidar del
golpe que me resultó el fallecimiento de Héctor con quien me unía una sincera
amistad.
Ya que estábamos en este
tema le manifesté mi asombro por la repercusión de unas breves palabras dichas
con oportunidad del día de los muertos en un lugar muy querido por mí.
Hablando de asombro le
manifesté lo mucho que me había impactado ver entrar, un sábado por la mañana,
a una persona muy importante para mí, que venía a conocer nuestra experiencia
en la parroquia.
No puedo olvidar aquella
mañana en que se apareció “mi doctora”
para interesarse por mi salud ya que hacía tiempo no le veía. Me mostró
el lado humano de la medicina y ello no me resultó indiferente.
También este año me deja la
satisfacción de haber brindado lo mejor de mí a aquella persona que durante
ocho meses pasó recluido en la parroquia por problemas en su salud. Debía
mitigar su soledad y, por ello, dedicar mucho tiempo a escucharle aunque sus
relatos se reiterasen varias veces.
Podría continuar
compartiendo pero el ir y venir de los mates fueron haciendo el agua del termo
se terminase.
Cuando quisimos darnos
cuenta el sol comenzaba su caída y se filtraba por entre las ramas invitándonos
a terminar la charla.
Fin de año. Tiempo de
evaluación y, fundamentalmente, tiempo de agradecimiento ante tantos seres que
formando parte de nuestra vida me hacen sentir útil y con el deber de retribuir
todo lo que me han dado con entrega, alegría y dedicación.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB