Un mundo de posibilidades
P. Fernando Pascual
25-1-2019
Aristóteles veía el mundo
humano como un horizonte abierto a numerosas posibilidades.
Cada uno, ante las opciones
que encuentra ante sí, decide. Las decisiones libres dejan sus huellas, pero al
inicio eran indeterminadas.
En esta perspectiva
aristotélica, que se encuentra en otros pensadores, radica la riqueza y el
peligro de la existencia humana.
Porque el hecho de que cada
uno tenga ante sí diversas opciones, permite escoger aquellas que le llevan al
mal y que dañan a otros, o aquellas que fomentan el bien para uno mismo y para
los demás.
Algunos tienen miedo ante esa
apertura de la voluntad libre. ¿No sería más fácil una existencia en la que
otros decidan por nosotros, o en las que unas computadoras amigas nos indiquen
las mejores opciones?
Incluso cuando otros nos
aconsejan, o cuando un aparato digital nos dice que vayamos por la izquierda y
no por la derecha, al final la decisión depende de uno mismo...
Por eso, ante un mundo de
posibilidades, necesitamos fomentar esa virtud que resultaba tan importante
para Aristóteles: la prudencia.
Porque la prudencia es la que
afina nuestra mente para percibir los pros y los contras de cada opción, para
evaluar bien las alternativas, para buscar consejo en personas que nos puedan
ayudar.
En un mundo lleno de prisas,
donde corremos el riesgo de ser arrastrados por lo primero que aparece en la
pantalla o por lo que sugiere la moda del momento, necesitamos revalorizar la
virtud de la prudencia.
Con su ayuda será mucho más
fácil evitar errores que luego lamentamos y que hacen sufrir a otros, y
promover modos de vivir ordenados, serenos, justos y, sobre todo, más llenos de
cariño y de respeto.