PARA EL SENTIDO COMÚN

 

Desde hace tiempo venimos conversando sobre el sentido común.

Una realidad que dice de una postura ante la vida y, también, de algo necesario en nuestra postura religiosa.

El sentido común dice de nuestra vida en totalidad y hace a nuestra relación con todo lo que hace a nosotros.

Desde esas compartidas se me ha ocurrido la necesidad de organizar una charla sobre tal tema.

Desde que pienso en ello no puedo dejar de pensar en dos obstáculos casi imposibles de resolver.

El primero es a quién invitar para animar y coordinar tal encuentro.

No es fácil encontrar a tal persona puesto que la misma debería ser un dechado de tal tema más que un técnico en la materia.

Debería ser alguien que hablase con propiedad y ejemplos de vida.

Debería ser alguien muy con los pies sobre la tierra y con un estilo de vida muy particular como para hablar del tema en todos los campos de la vida.

Quizás la única forma de poder resolver este obstáculo sería realizando un llamado abierto y, tal vez, descartando a los que se presenten.

Supongo que alguien con sentido común no se presenta como capacitado para animar una reunión sobre tal tema.

Por ello los que se presenten no podrían ser tenidos en cuenta. Supongo.

El segundo obstáculo sería el tema de los asistentes.

Presentarse para tal encuentro es reconocer la carencia de tal realidad en uno.

A nadie la agrada reconocer públicamente la carencia de sentido común en su vida.

Nadie, con un poco de sentido común, se inscribiría para tal encuentro por más que lleguemos a la certeza de que debemos buscar alguna definición para saber lo que es, verdaderamente, el sentido común.

El tema se complica mucho más cuando debe tener, la reunión, un ítem sobre “Sentido común y vida cristiana”

Porque, por más que no se hable del tema, el cristianismo requiere sentido común.

Yo me animo a pensar que es esencial al cristianismo como postura de vida.

Solemos decir que debería ser el más común de los sentidos pero, también lo sabemos, todos tenemos actitudes que nos hacen saber que carecemos de sentido común.

Debería ser pero no siempre lo es y para ello alcanza con mirarnos a nosotros mismos con honestidad y coraje.

Todos necesitamos algo más, o mucho más, de sentido común en nuestras vidas.

Pero, también lo sabemos, el sentido común no es algo que incorporamos como resultado de una ciencia incorporada.

El sentido común se adquiere desde los golpes de la vida y con la vida misma.

Quien no vive para aprender carece de sentido común.

Quien como cristiano no hace de su vida una constante búsqueda y conversión carece de sentido común.

El sentido común dice de madurez, apertura de corazón y mente y búsqueda constante de coherencia.

El sentido común siempre nos está impulsando a los demás ya que el individualismo es una clara manifestación de su ausencia.

El sentido común dice de humildad auténtica puesto que siempre buscando lo mejor en nuestra relación con los demás.

Es una necesaria necesidad pero…. ¿quién? y ¿para quién?

 

Padre Martin Ponce de León SDB