Proyectos que llegan a puerto
P. Fernando Pascual
15-2-2019
Hay planes y proyectos que
permanecen en el mundo de los sueños, en el famoso horizonte de los
"quisiera" que nunca se realizan.
Pensamos y soñamos con ordenar
la habitación, escribir a un familiar lejano, visitar a un amigo enfermo,
embarcarnos en una buena lectura.
Pasa el tiempo, y tantas veces
ocurre lo que dice el refrán: "del dicho al hecho hay mucho trecho".
En otras ocasiones, el
proyecto es percibido en toda su belleza y acogido en el corazón. En ese
momento, las manos, los pies, la boca, todo se pone en marcha bajo la dirección
de nuestra voluntad.
En la vida no basta con buenos
deseos y con intenciones maravillosas, que según dicen sirven para tapizar las
paredes del infierno.
Lo que importa es aquello que
asumimos de verdad como un proyecto bueno y que empezamos a realizar con las
mejores energías de nuestras almas.
No todo lo que emprendemos
termina como desearíamos. Mil variantes cierran puertas y detienen incluso a las
personas más enérgicas.
Pero lo peor en la vida es no
emprender nada que valga la pena porque hemos quedado paralizados por la
pereza, el miedo al fracaso, la duda enfermiza, o simplemente una extraña falta
de entusiasmo ante lo bello y bueno.
Por eso, para que nuestra
existencia no transcurra sin sentido, necesitamos pedir ayuda a Dios para
vislumbrar qué cosas buenas podemos llevar a cabo, y para tener fuerzas que nos
hagan trabajar con alegría y confianza.
Luego, los resultados podrán
no ser perfectos, pero al menos lograremos poner en marcha nuestras fuerzas
interiores para abrir caminos hacia bienes que embellecen el mundo presente y
que sirven de puente para la vida eterna.