Ideas y realizaciones
P. Fernando Pascual
22-2-2019
Por nuestra mente pasan
diversos proyectos. Algunos sobre cosas muy sencillas: poner orden en el
armario y en el librero. Otros sobre asuntos más complejos: organizar modos
concretos para ser más eficientes en el puesto de trabajo.
Algunos de esos proyectos no
llegan a puerto. Quedan como ideas, buenos deseos, planes interesantes. ¿Por
qué no los realizamos? Porque no nos convencen del todo, o porque tenemos miedo
al fracaso, o porque se cruzan muchas otras ideas y deseos más fáciles de
realizar.
Ayuda mucho detenernos un
momento para ver qué ideas se convierten en realizaciones y qué ideas quedan
aparcadas por días, meses o incluso años en el famoso cuaderno (o carpeta) de
"asuntos pendientes".
Ya Aristóteles se había dado
cuenta de que no basta con saber algo para llevarlo a cabo. Un médico que
conoce muy bien su especialidad en ocasiones puede dejar de atender a los
pacientes al preferir una vida más tranquila.
También reconocía que muchos
deseos tampoco son llevados a la práctica. Nos gustaría, por ejemplo, comer en
abundancia pero un buen consejo y un poco de prudencia frenan
nuestro apetito y nos permiten reducir cantidad y mejorar la dieta.
En las realizaciones concretas
se unen ideas y deseos. Si todo estaba bien pensado, si hay una voluntad sana,
si lo que deseábamos era apto para ayudar a uno mismo y a otros, descubriremos
los beneficios de esas realizaciones.
En cambio, si las ideas eran
malas o equivocadas, o si sometimos nuestra mente a deseos egoístas, a pasiones
orientadas al pecado, nuestras realizaciones provocarán daños, heridas, en uno
mismo y en otros.
Con la ayuda de Dios y de
buenos consejeros, y con una sana disciplina, seremos capaces de pensar mejor,
de orientar nuestros deseos a lo bueno, y de poner en práctica acciones
correctas.
Lo cual, en un mundo que
promueve lo fácil y lo cómodo, es algo muy valioso porque contribuye a abrir
espacios a mejoras concretas para el bien de todos.