REALISMO

 

Una de las cosas impactantes de Jesús es su realismo.

Sin duda toda su vida es un canto de amor a Dios pero ello no le impidió ser tremendamente realista.

Nos invita a aspirar a la perfección por más que sepamos tal cosa es un imposible.

Habría bastado con insistir su deseo de que seamos perfectos para tener la certeza de que estamos ante una meta imposible.

Pero era un gran conocedor de la naturaleza humana.

En aquellos tiempos no había sicólogos ni libros que ayudasen a entender la naturaleza humana. Todo era una cuestión de pies sobre la tierra.

En aquellos tiempos todos los desajustes de la persona eran considerados como posesión demoníaca y no producto de alguna enfermedad sicológica.

Cualquier enfermedad de la piel era considerada lepra y solamente se curaba con aislamiento y soledad.

Todo resultaba muy elemental comparado con nuestra realidad actual.

Sin embargo supo, Jesús, que su propuesta de perfección habría de ser, para algunos, una propuesta lograble.

Por ello es que, aumentando el desafío, distancia algo más su propuesta de perfección: “Sean perfectos como el Padre es perfecto”

Tal cosa resulta un imposible puesto que jamás habremos de superar nuestra condición de criaturas para “ser como el Padre”

Pese a ello no han faltado seres que se nos presentan como modelo de perfección.

Sin duda que se necesita de mucha audacia para hacer tal cosa pero, entre los seres humanos encontraremos, siempre, para todos los gustos.

Hay seres que no lo dicen abiertamente pero sí lo dicen con su postura ante la vida.

Son esos seres que todo lo saben y de todo opinan dictando cátedra.

Son esos seres que siempre resulta un elogio a su sabiduría.

 Tengo un conocido que gusta del fútbol. En una oportunidad, para comenzar una conversación, cometí el error de preguntarle qué le había parecido el partido que, sabía, había estado mirando. Nunca me respondió sino que me dio una clase de cómo se debía ver el fútbol y cómo los medios manipulaban la opinión sobre lo que se veía.

En otra oportunidad le solicité una determinada herramienta puesto que debía hacer un trabajo y no tenía tal utensilio. Durante mucho rato debí escucharle explicarme cómo realizaba tal tarea y la admiración que había despertado por realizar la tarea como solamente él era capaz de realizarla. Luego de ello me prestó la pala de hacer pozos que le había solicitado.

No dice que es perfecto pero sus dichos así lo proclaman.

Es tan perfecto que jamás va a reconocer es perfecto pero sus dichos lo avalan como tal.

Luego de encontrarse con ese tipo de personas uno se siente muy incómodo.

Incómodo porque se siente poco menos que una cucaracha ante su sabiduría. Incómodo porque debió escuchar tanto alarde de sabiduría.

Parecería Jesús hubiese sabido no faltarían aquellos que habrían de consideran ya llegaron a la perfección y, por ello, pone como modelo al Padre.

Desde nuestra condición de seres humanos jamás podremos llegar a lograr la divinidad.

Por más empeño que pongamos en nuestro perfeccionamiento jamás nos despojaremos de nuestra condición de seres humanos y, como tales, con limitaciones.

La perfección que nos propone Jesús es una tarea de nunca concluir puesto que durante toda nuestra vida podemos intentar ser mejores.

Siempre nos encontraremos con realidades para cambiar o acrecentar.

Siempre nos encontraremos con tarea por realizar.

Nunca nos podremos considerar perfectos en lo que somos o en lo que realizamos.

La perfección es un interminable intento que se debe tener presente en el actuar cotidiano.

Tal vez hacer tal cosa es un objetivo muy elevado por ello resulta mucho más humano plantearnos el deseo de, siempre, hacer mejor lo imperfecto que realizamos.

 

Padre Martin Ponce de Leo SDB