Las innovaciones y sus
resultados
P. Fernando Pascual
6-3-2019
Se habla mucho, y con razón,
de innovaciones. No se habla tanto sobre los resultados de las innovaciones,
sobre las consecuencias que producen a medio y largo plazo.
Una innovación tecnológica,
por ejemplo, puede aumentar enormemente la cantidad de productos de consumo,
pero a largo plazo puede generar desempleo, con lo que eso significa de
problemas para los individuos, las familias, y la misma economía.
Una innovación política puede
ser aplaudida por la gente como promotora de democracia, pero si luego genera
inestabilidad, o estimula populismos, o provoca tensiones graves contra las
minorías, ¿puede ser vista como beneficiosa?
Una innovación pedagógica
permite mejorar las habilidades electrónicas y el uso de aparatos digitales.
Pero sería algo dañino si luego se constatase un aumento de la dependencia de
Internet y una sensación de mayor aislamiento entre las personas, sobre todo
las más jóvenes.
A esos ejemplos se puede
añadir uno al que somos especialmente sensibles: las "mejoras" e "innovaciones"
en las armas y en las estrategias militares que han llevado a la creación de un
arsenal de bombas atómicas que amenazan a toda la humanidad...
Ciertamente, muchos otros
ejemplos son positivos, como los buenos resultados obtenidos gracias a
innovaciones en el ámbito sanitario, en los métodos de cultivos, en los
sistemas de transportes. Sin embargo, algunos de esos ámbitos no son ajenos a
ambivalencias, como sería el caso de ciertos abonos que mejoran las cosechas
pero luego provocan un aumento de la contaminación de los ríos.
Por eso, a la hora de hablar
de innovación y de otros conceptos relacionados con la misma (investigación,
progreso, etc.), conviene hacerse una serie de preguntas que giran en torno a
una noción muy sencilla: la idea de bien o de mejora.
Porque una innovación será
realmente aceptable solo cuando promueva, a corto, mediano y largo plazo,
bienes para los seres humanos (los de hoy y los de mañana). Mientras que no son
aceptables aquellas innovaciones, por muy vistosas que sean, que generan daños
y que van contra la dignidad de las personas.
En un mundo que algunos
describen como sumamente competitivo, en el que las innovaciones parecen ser
algo irrenunciable, es necesario volver a preguntas fundamentales, algunas ya
formuladas por autores tan antiguos como Sócrates, Platón o Aristóteles.
¿Qué preguntas? Aquí incluimos dos que conservan una actualidad sorprendente: ¿qué beneficios se esperan de este descubrimiento innovador? ¿En qué sentido mejorará la existencia de quienes hoy vivimos en este planeta y de quienes lo habitarán en el futuro?