Motivos del filosofar humano
P. Fernando Pascual
2-4-2019
¿Por qué los seres humanos
filosofan? ¿Qué nos lleva a preguntas que van más allá de lo inmediato, lo
medible, lo que resulta asequible a los ojos y las manos?
Las respuestas pueden ser diferentes.
Algunas de ellas sirven para acercarnos a esa experiencia humana que llamamos
filosofía.
En primer lugar, los hombres
filosofamos porque necesitamos saber por qué vivir y cómo llegar a ser
realmente buenos en las diversas circunstancias de la vida.
En segundo lugar, porque
tenemos en nuestro interior una sed insaciable de la verdad, que no se contenta
con respuestas a medias, con opiniones mudables, con prejuicios engañosos.
En tercer lugar, porque
reconocemos como dañino vivir de modo desenfrenado sin saber de dónde venimos
ni a dónde vamos. Eso solo nos puede llevar al absurdo y a la desesperación.
En cuarto lugar, porque no
somos ciegamente libres. Debemos responder de nuestros actos ante la propia
conciencia, ante los demás y ante Dios, y vale la pena encontrar criterios
válidos que nos ayuden a tomar buenas decisiones.
En quinto lugar, porque
necesitamos hallar respuestas ante los grandes problemas de la vida: el mal, el
dolor y la muerte. No son problemas abstractos, sino que nos tocan continuamente,
desde cerca (en nuestra propia carne) y desde lo que observamos en los demás.
En sexto lugar, porque
necesitamos encontrar el sentido de la propia vida. Detrás de cada filosofía
hay una valoración, un sentido que se da a la existencia. Ese sentido impregna
todos nuestros actos, y explica nuestra manera de vivir en la sociedad, de
tratar a los demás, de considerarnos a nosotros mismos.
Como seres humanos, no podemos
no filosofar. Es algo que forma parte de nuestra manera de pensar y de vivir,
porque queremos que nuestra vida sea buena. Lo cual implica conocer su sentido,
descubrir su relación con Dios, y asumirla con responsabilidad y con esperanza.