EL CORDÓN DE SUS ZAPATOS
Llegó
muy juvenilmente vestida. Un piercing en uno de los costados de su nariz. Un
jean claro y con roturas (no podía ser de otra manera) algunos escritos en
inglés y la figura de un cactus (algo muy importante para ella). Una remera y
un colgante. Un calzado deportivo completaba su vestimenta.
Mal
podría decir que lo más importante de su vestimenta eran los cordones de sus
zapatos deportivos.
Si
le pregunto a la joven de qué color era el cordón de sus zapatos dudaría entre
blanco o negro.
Era
algo muy secundario en su atuendo. Algo completamente secundario.
Hoy,
al celebrar el “Domingo de Ramos”, la imagen vino hasta mi mente.
Muchas
caras extrañas nos acompañaban en la celebración.
Mi
pensamiento trajo el recuerdo de un sacerdote que al finalizar tal ceremonia se
despide deseando a muchos de los presentes una feliz Navidad y un próspero Año
Nuevo ya que no se volverán a ver hasta el próximo Domingo de Ramos.
Sin
duda que, para muchos de los presentes, el poder llevarse un ramo de olivos es
lo más importante de la Semana Santa puesto que es por lo que se acercan al
templo.
El
ramo no es otra cosa que el cordón de los zapatos de esta semana.
Es
un signo utilizado por la Iglesia que no hace otra cosa que significar el darle
la bienvenida a Jesús que llega para mostrarnos su amor apasionado y
apasionante.
Nada,
en esta Semana Santa es más importante que el adentrarnos a vivir y
corresponder a ese amor que se nos muestra llegando hasta nosotros.
Le
recibimos para comprometernos con Él y hacer de nuestra vida una respuesta.
Le
recibimos como lo que es e intentamos prolongarlo desde lo que somos.
Es
importante poder compartir con él su mesa de cercanía, servicio y permanencia
(el jueves)
Es
importante poder celebrar, con él, su demostración plena de amor por cada uno
de nosotros (el viernes)
Es
importante poder celebrar con Él su misterio Pascual donde todo lo nuestro se
reviste de su luz y nuestros sueños se hacen posibilidad (el sábado)
Pero,
no hay caso, para muchos lo más importante es el cordón de los zapatos.
Me
podrán decir que no es cierta mi afirmación pero las extrañas presencias así lo
demuestran.
Al
terminar la celebración una señora se me acercó para decirme que ella no
compartía mi opinión sobre los ramos. Ellos no eran el cordón de los zapatos
sino que eran algo esencial a su fe puesto que era como llevarse las imágenes
de todos los santos. Le había visto llegar poco antes de la comunión (casi
sobre el final de la celebración) y no se acercó a comulgar. Continuó con su
panegírico sobre el valor de los ramos que apoyaba sobre su pecho mientras me
hablaba. Me limité a decirle que la misa era mucho más importante que los
ramos. No creo haberle hecho cambiar de opinión.
Por
llevar los ramos olvidamos a quién recibimos y lo que ello debe implicarnos.
Por
llevar los ramos olvidamos o no tenemos en cuenta lo que ello significa para
esta Semana particular.
No
quedamos en lo secundario y olvidamos lo esencial.
Recibir
a Jesús en nuestras vidas es intentar vivirle.
Recibir
a Jesús en nuestras vidas es asumir el compromiso de intentar hacerlo comunión
que se prolonga desde lo cotidiano.
“Mientras
no cambiemos continuaremos con estas realidades” me dijeron después cuando
comentaba la celebración. ¿Cambiar? ¿Cómo? ¿Cuándo?
No
es fácil dar pasos en pos de esos cambios que la realidad nos está mostrando
son necesarios.
No
es fácil encontrar caminos para promover los cambios cada vez más necesarios.
No
es fácil poder encontrar los momentos para dar sentido a los cambios
imprescindibles.
Mientras
tanto, en lugar de prestar atención a la esencia de aquella persona mencionada
al comienzo o prestar atención a los hoyuelos de sus mejillas, seguimos
prestando atención al cordón de sus zapatos.
Padre Martin Ponce de León SDB