Voz del Papa
Nuestros “Getsemanís”
José Martínez Colín
1) Para saber
El
Papa Francisco reflexionó en la Semana Santa sobre algunas palabras con las que
Jesús rezó al Padre durante la Pasión. Recordó cómo Jesús, después de la Última
Cena, entró en el huerto de Getsemaní y ahí le rezó al Padre. Mientras los
discípulos no lograban estar despiertos y Judas estaba por llegar con los
soldados, Jesús comenzó a sentir “miedo y angustia”. Experimentó toda la
angustia por lo que le espera: traición, desprecio, sufrimiento, fracaso,
soledad, la muerte…
Estando
Jesús ante esa gran tribulación y desolación, se dirige al Padre con la palabra
más tierna y dulce: “Abbá”, o sea, papá. En la prueba, Jesús nos enseña a
abrazar al Padre, porque en Él está la fuerza para seguir adelante en el dolor.
En la fatiga y desolación, la oración es alivio, confianza, consuelo.
2) Para pensar
En
nuestros momentos de dificultad, nuestros “Getsemanís”, Jesús nos enseña a
acudir confiadamente a nuestro Padre Dios.
Sucedió
hace años en la sierra de los Andes, donde las comunidades están muy
distanciadas y no suele haber carretera, sino que se ha de ir cabalgando por la
montaña cruzando barrancos y lomas. Un sacerdote estaba encargado de
atenderlas. Con frecuencia hacía más de un día para ir de una a otra. En una
ocasión el sacerdote se perdió en la puna andina del Perú por donde misionaba.
No
sabiendo qué hacer, se encomendó a su ángel de la guarda y dejó que el caballo siguiera
su instinto. La noche se venía encima y la temperatura se volvía heladora, pero
de repente vislumbró una débil luz. Se acercó y era una pequeña choza semienterrada
en el suelo.
Salió
un indígena casi a gatas con una linterna de queroseno en la mano. El sacerdote
trató de disculparse: “Perdón, pero estoy perdido…” Pero al hombre le brillaron
los ojos y le interrumpió: “No andas perdido, padrecito. Es la Divina
Providencia quien te trae. Mi mamacita hace días que no para de rezar a nuestro
Padre Dios para que vinieras. Está muy malita; entra no más”.
Allá,
en el interior, yacía agonizante la viejecita. La confesó y estuvo junto a ella
hasta que falleció. Lo último que la mujer dijo, fue: “El Papacito Lindo me ha
escuchado”. La buena mujer se había encomendado a su Padre Dios que la atendió
hasta el final (cfr. S. Valero, “Yauyos. Una aventura en los Andes”).
Dios
Padre siempre nos escucha, pensemos si solemos acudir a Él en nuestras
necesidades.
3) Para vivir
Comenta
el Papa Francisco que cuando estamos en nuestros Getsemanís, a menudo elegimos
quedarnos solos en lugar de decir “Padre” y confiarnos a Él, como lo hizo Jesús.
Nos hace falta confiarnos a su voluntad, que es nuestro verdadero bien.
Cuando
en la prueba nos encerramos en nosotros mismos, dice el Papa, excavamos un
túnel interior y nos quedamos en la soledad. Pero la soledad no ofrece salidas.
En cambio, la oración, sí, porque es relación, es confianza. Jesús lo confía
todo y todo se confía al Padre. Cuando entremos en nuestros Getsemanís, ‑cada
uno tiene sus propios Getsemanís, o los ha tenido, o los tendrá‑
acordémonos de rezar así: “Padre”.
El
Papa nos invita a pedir al Señor que la celebración de la Pascua nos impulse a
vivir confiando al Padre las pruebas que nos afligen.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y
Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)