CADA DÍA
SU AFÁN
Diario de León
CINCO DESEOS DE VIDA Y
DE PAZ
Siempre
nos asombra ver la plaza de San Pedro llena de peregrinos en la mañana del
domingo de Pascua. Y siempre esperamos con interés el mensaje que en ese día el
Papa suele dirigir “a la Urbe y al Orbe”.
Este año
teníamos el corazón encogido por los trágicos atentados perpetrados ese mismo
día en Sri Lanka. Pues bien, en esta mañana de Pascua, símbolo de la “juventud
perenne de la Iglesia y de toda la humanidad”, el papa Francisco ha recordado el
comienzo de su reciente exhortación “Christus vivit” dedicada especialmente a los jóvenes:
“Vive Cristo, esperanza nuestra, y
Él es la más hermosa juventud de este mundo… ¡Él vive y te quiere vivo! Él está
en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el
Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar”.
Así es. Nuestra fe nos dice que “la
resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres
y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón,
desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo,
liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte”.
Tras este mensaje de vida y de
esperanza, el Papa fue deseando la paz para los países y regiones que sufren
situaciones de guerra y de violencia: Siria, Oriente Medio, Yemen, Libia y otros países de África como Burkina
Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Recordó especialmente a los líderes de
Sudán del Sur, que han vivido recientemente un retiro espiritual en el
Vaticano. Además, mencionó a los habitantes
de Ucrania, de Venezuela y de Nicaragua.
A la vista de todos estos escenarios
de violencia, de injusticia y de dolor, el Papa ha desgranado un breve rosario
de cinco deseos de paz y de justicia:
• Que ante los numerosos sufrimientos de
nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes.
• Que haga de nosotros verdaderos constructores
de puentes, no de muros.
• Que Él, que nos da su paz, haga
cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras
ciudades”.
• Que impulse a los líderes de las
naciones a que acaben con la carrera de armamentos y la propagación de las
armas, especialmente en los países más económicamente avanzados.
• Que el Resucitado abra nuestros
corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres,
los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de
pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad.
Esta no es solamente un
responsabilidad de los gobernantes. Todos podemos trabajar por la paz y la
justicia. Haciéndonos eco del mensaje del Papa, los cristianos nos repetimos
unos a otros: “¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de
nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!”
José-Román Flecha Andrés