EL TIEMPO PASA

 

Todo comenzó sin pensar en lo que habría de ser.

Casi como una simple invitación a una reunión más. “¿Podemos hacer un almuerzo con tus amiguitos?”

De aquellos primeros muchos se nos han adelantado en el camino. No importan las posibles razones que pueden haber ayudado a su paso a la casa del Padre Dios.

Han sido varios los que ya no están más.

A lo largo de todo este tiempo han sido muchos los cuestionamientos que hemos recibido. Algunos cuestionamientos merecieron ser tenidos en cuenta y otros, como no podía ser de otra manera, no merecían ser atendidos.

Ha sido un tiempo para conocer historias y aceptar personas.

Ha sido un tiempo para disfrutar cambios y para aprender de la vida.

Ha sido un tiempo para poner los pies sobre la tierra y aprender de códigos y lenguaje.

Las mesas del comienzo se han estirado y las sillas de las primeras veces se han multiplicado.

Han quedado atrás nueve años con sus más de 950 mesas compartidas.

Su número no tendría mucha importancia si no fuese por la solidaridad y la generosidad de tantos que le han hecho posible.

Siempre ha existido una mano solidaria que se ha acercado para hacer posible cada encuentro o para prolongar un encuentro más.

Sin la solidaridad desinteresada de muchos esto no habría sido posible.

Desde hace tiempo, tres veces a la semana, la voz de alguien invita a un “A la mesa”

Con el paso del tiempo la gran mayoría tiene sus lugares y sus tareas.

Está quien se encarga de “poner la mesa”. Cubiertos, vasos, servilletas y sillas esperan la llegada de los comensales.

Está quien retirar las sillas para barrer la sala y dejar ordenado y limpio para la vez siguiente.

Está quien lava las ollas y las fuentes y colaboran con la limpieza de la vajilla.

Al comienzo comían y volaban pero por iniciativa de alguno y contagio en otros la gran mayoría colabora en algo antes de retirarse.

Ha pasado mucho tiempo como para que no se sientan formando parte de la actividad.

Los nuevos se encuentran con la dinámica de la colaboración y con naturalidad se suman a ella.

El tiempo pasa y resulta imposible no tener presentes a todos ellos. Los actuales, los que han dejado de participar porque se han ido a otros lugares o porque están detenidos y los que han fallecido.

Han sido muchas vivencias compartidas como para no tenerles presentes. Algunos abrían su puerta interior con facilidad y otros necesitaron de mucho tiempo para hacerlo.  

Gracias a Dios ha sido un tiempo de escasos conflictos aunque no han faltado algunos momentos difíciles.

Gracias a Dios ha sido un tiempo donde la aceptación y el respeto han ido ganando espacio y ello ha permitido un clima de creciente fraternidad extremadamente disfrutable.

El tiempo pasa y de aquel pequeño puñado del comienzo se ha pasado a un grupo donde se respira un clima de confianza y cercanía.

Se han consumido casi 3.500 kilos de fideos, 950 kilos de pan (sin contar el que se han llevado o los bizcochos que se les ha repartido), algo más de mil litros de aceite y otro tanto de salsa de tomate.

Son muchos números que no hacen otra cosa que experimentar la graciosa generosidad de tantos y brotar unas gracias que resultan pequeñas ante lo recibido.

El tiempo pasa y  es imposible no experimentar que sin la solidaridad de tantos ello hubiese sido un imposible.

En esta tarea nadie ha sido imprescindible pero todos nos hemos podido sentir necesarios para hacerla realidad.

El tiempo pasa y la gratitud se prolonga para todos quienes le hacen posible.

 

Padre Martin Ponce de León SDB