Valoraciones inevitables
P. Fernando Pascual
30-5-2019
El mundo está lleno de
valoraciones. Sobre lo que sea bueno o malo. Sobre lo verdadero o lo falso.
Sobre lo bello o lo feo. Sobre lo útil o lo inútil.
¿De dónde surgen las
valoraciones? La respuesta no resulta fácil, pues en las valoraciones entran en
juego la cultura, los sentimientos, las ideas, la historia personal de cada
uno, y otros aspectos que configuran los modos de pensar y de decidir.
Hay quienes aspiran a elaborar
análisis y juicios libres de valoraciones, como si fuera posible escapar de esa
tendencia humana a calificar personas, cosas y hechos.
En realidad, resulta imposible
eludir las valoraciones, porque acompañan siempre los modos de pensar y de
actuar que nos caracterizan como seres humanos.
Incluso el deseo de alcanzar
mayor "objetividad" con el esfuerzo por dejar a un lado las
valoraciones surge cuando uno defiende que la objetividad sería algo bueno y la
falta de objetividad algo malo (o peor), lo cual es
también una valoración...
Puesto que no podemos salir de
la jaula de las valoraciones, porque estas son inevitables, resulta importante
analizar cómo las elaboramos, cuáles sean mejores y cuáles peores (lo cual
también depende de valoraciones...), y cómo situarnos frente a valoraciones
diferentes de las propias.
Las sociedades pluralistas en
las que muchos vivimos exigen una continua reflexión sobre las valoraciones, lo
cual resulta especialmente urgente cuando descubrimos que algunas de esas
valoraciones pueden provocar fenómenos como la violencia o el desprecio hacia
otros seres humanos.
No siempre llegaremos a
análisis correctos o a conclusiones buenas sobre las valoraciones (según
criterios que han de ser justificados). Pero al menos tomaremos conciencia del
fenómeno y podremos asumirlo con perspectivas que, esperamos, sean aptas para
comprenderlo mejor.