Defensas que no son ataques
P. Fernando Pascual
21-6-2019
Defender a los pobres no
significa ir contra los ricos. Defender a los inmigrantes no coincide con
despreciar a los autóctonos. Defender a los hijos antes de nacer no es lo mismo
que ir contra las mujeres.
Uno de los errores que se
cometen en muchos debates consiste en presentar a quienes defienden los
derechos de algunos seres humanos como si atacasen los derechos de otros seres
humanos.
Resulta posible que la defensa
de ciertos intereses esté unida al ataque contra otros. Basta con pensar cómo
algunos grupos políticos dicen defender la justicia en favor de los obreros al
mismo tiempo que atacan de modo indiscriminado a todos los empresarios.
Pero una defensa bien llevada
de los derechos de los empleados no está unida automáticamente a un ataque a
los derechos (bien entendidos) de los empleadores.
Por eso es importante, en
cualquier debate acerca de los derechos, poner en claro sobre qué se está
hablando, acotar los pros y contras de cada posición, y, sobre todo, no
acorralar al "adversario" con trampas engañosas.
Porque es una trampa
argumentativa presentar la correcta defensa de unos derechos como si a través
de ellos se buscase la supresión de otros derechos tan defendibles como los
primeros.
En un mundo donde ya hay
demasiadas tensiones y conflictos, saber argumentar serenamente y sin sofismas
es no solo un buen modo de promover el diálogo, sino un camino de honestidad
que facilita la armonía entre los corazones.
Desde esa armonía la crítica
al aborto será vista como algo positivo que no va contra las mujeres (que
merecen ser ayudadas de modo especial en los embarazos difíciles). Como también
la crítica al capitalismo salvaje no será confundida con la defensa de
totalitarismos que tanto daño han hecho en la historia humana.
Al afrontar, por lo tanto,
cada nuevo debate sobre temas claves de la vida social avanzará hacia
resultados válidos cuando haya una escucha atenta de los argumentos de cada
uno, desde el deseo sincero por defender todos aquellos derechos que merecen
ser tutelados para el bien de los individuos y de los pueblos.