Voz del Papa
Seguir las 4 huellas
José Martínez Colín
1) Para saber
El
historiador Adalbert Hamman (1910–2000) fue un prestigioso historiador sacerdote
franciscano. Fue experto en estudiar los primeros años del cristianismo y la Patrística,
profesor en Québec y Montreal. Uno de sus libros se titula “La vida cotidiana
de los primeros cristianos”. Ahí relata cómo aquellos primeros hermanos en la
fe, no contaban con programas y técnicas especiales para transmitir el
Evangelio. Lo que hicieron fue imitar como habían vivido los Apóstoles. Se
sentían con el deber de transmitir el tesoro que había sido confiado a sus
manos. Así, cada fiel se convertía en apóstol y la predicación se extendió por
todas partes gracias a gentes desconocidas. El cristianismo se extendió como una
mancha de aceite, pues se iba comunicando de oreja a oreja, por medio del
ejemplo y de palabra en la familia, el trabajo, las relaciones sociales…
Los
escritores romanos Tácito y Plinio emplean la palabra «contagio», para
caracterizar cómo se propagaba la nueva religión de esposa a marido, de esclavo
a amo y de amo a esclavo, de zapatero remendón a cliente…
El
Papa Francisco también se refirió a las primeras comunidades de cristianos para
señalarnos cuáles han de ser “las cuatro huellas de un buen cristiano”: Primero,
escuchar la enseñanza apostólica, ser fiel a la doctrina; luego, vivir la
caridad en todas las relaciones, compartiendo los bienes espirituales y
materiales; luego, rememorar al Señor a través de la Eucaristía; y por último, dialogar
con Dios en la oración.
2) Para pensar
En
una entrevista a la Madre Teresa de Calcuta le preguntaban si en las casas que
había abierto para el cuidado de los enfermos de Sida les hablaban de Dios. Ella
contestó: “Naturalmente. Rezamos con ellos y les enseñamos a rezar. Los
llevamos a confesarse y a reconciliarse con Dios”. El entrevistador continuó: “Mucha
gente piensa que evangelizar no significa siempre hablar de Jesucristo”. A lo
que la santa Madre respondió: “¿Y de quién piensan entonces que hay que hablar?
¿De qué?” El periodista dijo: “Dicen que basta acompañar a los hombres”. La
Madre le refutó: “Pero, entonces, no son misioneros. No están proclamando a
Cristo. Están actuando por algo y nosotros lo hacemos por Alguien”.
En
la propagación del Evangelio no se da a conocer una doctrina, sino a Alguien, y
ese Alguien es Jesús.
3) Para vivir
En
los Hechos de los Apóstoles, se muestra a la Iglesia de Jerusalén como el modelo
de toda comunidad cristiana. Ahí los cristianos asistían a la santa Misa y
dialogaban con Dios en la oración. La liturgia es el lugar donde se tiene el encuentro
con Jesús Resucitado y se experimenta su amor.
Los
creyentes vivían todos unidos, conscientes de la unión de todos en Cristo. Se sentían
llamados a compartir con todos los bienes espirituales y materiales, según la
necesidad de cada uno. Así, la Iglesia se convierte en fermento de un mundo
nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión. Ello se convierte
en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás. Hoy en día
también hemos de saber compartir con el prójimo para seguir haciendo la
Iglesia.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y
Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)