EXTRAÑA COINCIDENCIA

 

Lunes por la mañana.

Como siempre paso a buscar el diario.

Quien me acompañaba, desde la ventanilla del auto, le explica al diariero lo sucedido en las elecciones internas.

Pasa un señor y, no puede evitarlo, escucha las explicaciones políticas que desde el coche se proclaman a viva voz. No puede evitar lanzar una carcajada.

Todas esas explicaciones las escucho desde la noche anterior y, por lo tanto, ya no despiertan mi atención.

En mi interior me digo que en cualquier momento surgen las connotaciones futbolísticas puesto que, en su discurso las elecciones internas y la eliminación de Uruguay en la Copa América es, casi, una misma cosa.

Veo que el hombre que pasaba se queda detenido un poco más allá del coche.

Ya con el diario en la mano me encamino a subir al auto pero el señor se me acerca.

“¿Usted es el que escribe para el diario?”

Conversamos un breve momento y me retiro. Desde la ventanilla continúan surgiendo, a viva voz, comentarios de muy difícil conexión.

Lunes por la tarde.

Me habían obsequiado un dinero para que comprara un determinado implemento. De ese dinero me había sobrado casi la mitad y así se lo hice saber a quien había tenido tamaña generosidad.

“Esa plata es suya. Yo no la quiero. Compre lo que desee” Su respuesta no hacía otra cosa que reafirmar su cariño de siempre.

Después de dudas me decidí por adquirir un algo que se necesitaba para la actividad de la mesa compartida.

Me encontraba en la fila de la caja esperando mi turno. Dos cajeras hacían rápida la atención.

Una de ellas sentada delante de la computadora atendía apenas girando la silla donde estaba instalada, la otra, de pie, vez a vez se ubicaba delante de la computadora sin llegar a sentarse.

“Siguiente” Me tocaba ser atendido por la sentada delante de la computadora. Le entregué la boleta de mi compra y esperé.

Estaba observando como la joven tecleaba la computadora cuando escucho: “¿Usted es el que escribe para el diario?” Era la otra cajera que se había acercado y me formulaba la misma pregunta que hoy en la mañana.

La otra preguntó “¿De qué escribe?” Respondí que escribía de nada puesto que no sabía cómo decir de lo que escribo. “Escribe de lo que vive” respondió la que había preguntado al comienzo.

Extraña coincidencia.

En la mañana y en la tarde me formulaban la misma pregunta.

Por la mañana un señor y por la tarde una joven. Ambos con los mismos comentarios que no hacen al relato.

Siempre he pensado que los osados lectores de estos artículos son, fundamentalmente, gente adulta puesto que no me imagino con una escritura como para un lector joven.

Ella me demostraba lo equivocado de mi pensamiento.

Al poco tiempo de comenzar a escribir le manifesté al Director del diario que no sabía si agradecerle por la oportunidad o hacerle culpable de la responsabilidad.

Ya hace mucho tiempo que se me brinda la oportunidad de compartir lo que uno es y trata de vivir.

Sé que algunos desearían tener la oportunidad que tengo y no tienen acceso a ello. Por ello soy un tremendo agradecido para con quienes me permiten utilizar este valioso espacio y para quienes tienen la paciencia de leer estos escritos.

Escritos que dicen de mi vida aunque más no sea alguna extraña coincidencia.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB