CADA DÍA SU AFÁN
ENCENDER ESTRELLAS
En su exhortación Cristo vive, el papa Francisco subraya
la importancia de meditar la juventud de Jesús. Mirarle a él puede ayudar a los
jóvenes de hoy a madurar en la relación con el Padre, en la conciencia de pertenecer
a la familia y al pueblo, y en la
apertura a ser colmados por el Espíritu y conducidos a realizar la misión que
Dios les encomienda, es decir la propia
vocación (ChV 30).
Dirigiéndose a los jóvenes les
recuerda el papa Francisco que en Jesús pueden reconocer los mejores valores que caracterizan a los
corazones juveniles: “Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre,
cuidó la amistad con sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció
fiel a ellos. Manifestó una profunda compasión por los más débiles,
especialmente los pobres, los enfermos, los pecadores y los excluidos”.
No solo eso, sino que “tuvo la
valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo;
vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado; sintió miedo del
sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión; dirigió su mirada al futuro,
abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu” (ChV 31).
Es importante evocar la vida de
Jesús. Pero, además, a la luz de la resurrección de Cristo, “podemos beber del
verdadero manantial, que mantiene vivos nuestros sueños, nuestros proyectos,
nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de la vida que vale la
pena” (ChV 32).
El Papa recuerda dos detalles muy
significativos del evangelio de Marcos. En primer lugar, el texto presenta a un
joven temeroso que aparece en la noche en el huerto de Getsemaní, como si intentara
seguir a Jesús. Pero que, al ser sorprendido por los guardias, huyó desnudo
(cf. Mc 14,51-52). Este joven no tuvo la fuerza de arriesgarlo todo por seguir
al Señor.
Por otra parte, junto al sepulcro
vacío, aparece un joven vestido con una túnica blanca, que invita a perder el
temor y anuncia el gozo de la resurrección de Jesús (cf. 16,5-7). Ambos relatos
presentan una curiosa alternativa para examinar la decisión y la vida de cada uno de los jóvenes.
Con un lenguaje verdaderamente
sugestivo, escribe el Papa que “el Señor nos llama a encender estrellas en la
noche de otros jóvenes”. Ya sabemos que en otros tiempos, el sembrador miraba a
las estrellas para conocer el tiempo mejor para poder arar el campo.
Al pueblo de Israel le decía el
profeta Baruc: «Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia, Él las
llama y le responden» (Ba 3,34-35). Para los cristianos, Jesús es «la estrella
radiante de la mañana» (Ap 22,16). Él es nuestra esperanza y la luz que nos
guía en la noche. Por él, Dios nos enciende estrellas para que sigamos
caminando.
José-Román Flecha Andrés