Causas y efectos
P. Fernando Pascual
24-7-2019
Nos gusta conocer las causas,
porque así pensamos que podemos promover efectos positivos y evitar efectos
negativos.
Por eso en tantos análisis y
estudios, unos sencillos, casi espontáneos, otros científicos, la búsqueda de
las causas se convierte en algo irrenunciable.
Los problemas surgen cuando
erramos en las respuestas. Por ejemplo, cuando se afirma que la causa de un
fenómeno social como el racismo estaría en el aumento del desempleo o de la delincuencia.
Porque el racismo puede tener
otras muchas causas, una de las cuales consiste precisamente en admitir que un
modo físico de ser determinaría comportamientos no deseados.
Por eso, a la hora de analizar
hechos, desde el cambio climático (algo difícilmente estudiable)
hasta la desaparición de dinero en el cajón del pasillo (quizá robado por un
familiar poco escrupuloso), hay que tener una mente abierta y disponible ante
muchas posibilidades que exigen investigaciones bien elaboradas.
En un mundo de prisas, donde
los medios informativos quieren explicar por qué un partido político aumentó
votos y otro los perdió, hace falta tener una cabeza serena y una actitud
crítica para no dar cualquier explicación como si fuera la causa principal y
para seguir en la búsqueda de las causas verdaderas de hechos complejos.
Quizá emplearemos más tiempo
en nuestras reflexiones y estudios, y no seremos capaces de dar respuestas
rápidas (que dan apariencia de ser personas competentes). Pero al menos
evitaremos errores que tanto daño hacen, y tendremos esa actitud abierta y
madura que permite avanzar un poco en el conocimiento de las causas que
producen los efectos que están ante nuestros ojos.