Voz del Papa
La verdadera riqueza
José Martínez Colín
1) Para saber
Se
cuenta que una niña fue al dentista donde le sacaron una muela. Ya de regreso
en su casa, por la noche, cuando regresó del trabajo su papá le preguntó: “¿Qué
tal Marianita? ¿Todavía te duele la muela?” A lo que le respondió su pequeña
hija: “No lo sé, papá. La muela se la quedó el dentista”.
La
niña tenía razón, lo que no tenemos, no puede dolernos. Pero a veces no pasa
así: duele no tener algo y suele ser causa de sufrimientos. Al poner el corazón
de modo desordenado en algunas cosas, produce intranquilidad y desasosiego.
Importa mantener una actitud equilibrada respecto a los bienes.
El
Papa Francisco al retomar sus comentarios al libro de los Hechos de los
Apóstoles, nos alienta rechazar la codicia, que es el origen de “muchas
guerras”, que es fuente de ansiedad, adversidad, prevaricación, pues el
verdadero tesoro “está en el Cielo… Los bienes materiales son necesarios, ¡son
bienes!, pero son un medio para vivir honestamente y compartir con los más
necesitados… Jesús nos invita a considerar que las riquezas pueden encadenar el
corazón y desviarlo del verdadero tesoro que está en el Cielo”.
2) Para pensar
Doña
Micaela era una viuda ya anciana. Vivía sola en el jacal más pobre que había en
el caserío. Tenía unas cuantas gallinas y un solar pequeñito donde cultivaba
sus verduras.
Las
vecinas, que la querían bien, le llevaban a veces “un taquito”, o una porción
de su comida. Ella les daba las gracias: “Ustedes son mi divina providencia”, les
decía.
Un
día llegó una trabajadora social. Supo de doña Micaela y fue a visitarla. Al
verla tan pobre le hizo un ofrecimiento: “Puedo conseguirle una ayuda de 300
pesos al mes. ¿Le sirve ese dinerito?” Ella respondió entusiasmada: “Claro que
sí, ¡muchas gracias! Ahora sí tendré más para dar a los pobres”.
Doña
Micaela es pobre, pero muy rica. En cambio, podemos encontrar ricos que son
pobres. El Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿Y nosotros? ¿Qué
poseemos?, ¿Cuál es nuestro tesoro? ¿Cómo podemos hacer ricos a los otros?
Pensemos en dónde está nuestro corazón.
3) Para vivir
La
codicia, explicó el Papa Francisco, es como esos buenos dulces: tomas uno y
dices: ‘¡ah! Qué bueno’, y luego tomas otro; y luego otro… “Así es la codicia:
nunca se satisface. ¡Cuidado! ¡La codicia de los bienes no satisface el
corazón, sino que causa más hambre!”. Esto no significa que nos alejemos de la
realidad, sino que buscaremos lo que tiene un valor verdadero: justicia, solidaridad,
aceptación, fraternidad, paz, lo cual constituye la verdadera dignidad del
hombre.
La
Biblia nos enseña cómo pedir a Dios: “¡No me des pobreza ni riqueza, dame solo
el alimento necesario. No sea que me sacie y te niegue… o no sea que me empobrezca
y robe y profane el Nombre de mi Dios” (Proverbios 30, 8-9). San Pablo lo aconseja:
‘busca las cosas de arriba… dirige tus pensamientos a las cosas de arriba, no a
las de la tierra’ (Col 3, 1-2).
El
Papa Francisco nos invita a pedir al Señor que nunca olvidemos que la verdadera
riqueza de nuestra vida está en su Amor infinito, y “que la Virgen María
nos ayude a no quedar fascinados por los valores que pasan, sino a ser testigos
creíbles de los valores eternos del Evangelio”, finalizó.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía
(Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)