SOBREPASADO

 

Se acercó hasta mí. Puso su mano sobre mi hombro dispuesto a comenzar una charla.

Antes de decir palabra alguna se quebró en un llanto.

Yo puse mi mano sobre su brazo y le dejé llorar puesto que aquellas lágrimas eran su forma de salir de una situación angustiante que le oprimía.

Sin decir palabras se apartó de mí y restregó sus ojos con sus manos.

“Quede tranquilo y conversamos en cualquier otro día” le dije.

Tomó sus cosas y se marchó. En diversas oportunidades ha ido dejando ver algunas de las realidades por las que atraviesa.

Sabía que aquellas lágrimas respondían a un momento de quiebre interior producto de una sumatoria de situaciones adversas por las que pasaba.

Él es, siempre, muy servicial y atento. No es de los que se prestan a muchas bromas ni las realiza tampoco. En oportunidades trae algo que continúa leyendo mientras espera la hora de la comida.

Toda su vida ha sido de esfuerzo y trabajo por ello es que confía en que habrá de salir adelante puesto que, pese a sus años, posee la determinación de lograrlo.

En este tiempo, parecería, como que todo está en su contra. 

Para desplazarse utilizaba una moto ya cargada de recorridos y el motor de la misma le dijo que no podía más.

Para intentar salir adelante vendía, casa por casa, huevos y, en un descuido, le robaron una bandeja con todos los que allí se encontraban.

Así podía continuar pequeños detalles que se han ido sumando en su realidad de estos días para poder comprender la razón de sus lágrimas.

Todos tenemos, humanamente, algún momento donde la realidad parece que nos desborda y se empeña en sumergirnos.

Son esos momentos donde, parece, nos abandonan las fuerzas y la voluntad de continuar soñando. Son momentos donde todo se tiñe de gris.

Frente a esos momentos una tentación muy común es la de bajar los brazos y poner un punto final a las ganas de salir adelante.

Para otros es un momento de tomar determinaciones que, muchas veces, no resultan fructíferas porque tomadas en un momento no adecuado.

Lo importante es, como dicen hoy en día, poder bajar un cambio y desahogarnos.

Para poder tomar decisiones correctas no podemos estar anímicamente mal. Necesitamos encontrarnos con nosotros mismo y darnos un algo de paz que nos ayude a ver con corrección.

Cada uno de nosotros debemos saber cómo podemos brindarnos un algo de tranquilidad que nos permita ver adecuadamente.

Debemos, también, poder separar lo circunstancial de lo esencial para quedarnos con esto último.

Nuestras dificultades no se pueden  resolver todas juntas y de un único plumazo. Necesitamos ir dando pasos y para ello debemos comenzar por atender lo esencial.

De nada nos sirve gastar nuestras fuerzas en lo puntual o circunstancial si no atendemos, en primer lugar, lo esencial. Es allí donde debemos poner todos nuestros esfuerzos.

Si se tiene fe estando en paz con uno mismo pese a las situaciones difíciles del momento es cuando se debe rezar lo que se vive. Poner en las manos de Dios lo esencial y preguntarse para qué Dios hace vivir tal situación, cómo quiere que la viva (¿con resignación o superación?), y por dónde debo comenzar a salir.

Nunca resulta fácil la superación puesto que implica un prolongado proceso de intentos que, en oportunidades se ven dificultados por la lentitud de los avances.

La persona del comienzo de este artículo volvió, días más tarde, a conversar. Ya tenía una idea para poder arreglar su moto, ya tenía un proyecto de trabajo para sobrevivir y había podido solucionar otros pequeños contratiempos.

Sin lugar a dudas ya no estaba sobrepasado por la realidad sino con ánimo para continuar, como ha sido toda su vida, luchando con dignidad y esfuerzo por salir adelante como no podía ser de otra manera.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB