CREER ES COMPPROMETERSE
Padre Pedrojosé Ynaraja
No es convertir el cerebro en un disco duro inmenso, donde
quepan todas las definiciones dogmáticas de la Iglesia y las definiciones de
los más ilustres teólogos. No.
Se cuenta, “si non e vero e ben trovato”,
que el ilustre general francés Charles de Gaulle, era fumador empedernido y
nadie ignora que también condensación del orgullo de la “grandeur
de la France”. Dejó de serlo, dejó de fumar, quiero decir, que “le grandeur” nunca abandonó, así que, cuando alguien le decía
que era incapaz de dejar el vicio de fumar, siempre le respondía que era muy
sencillo. Que él, el día que se lo propuso, simplemente, al primer ujier que le
abrió la puerta del coche, al que se la abrió la del palacio del Elíseo, al que
le recogía sus prendas para colgarlas, al secretario y a la secretaria, a
cualquier ministro o subsecretario con el que se entrevistaba, a continuación
del preceptivo “bon jour” añadía de inmediato. ¿sabe usted que hoy he decidido dejar de fumar?
Pronto toda su corte, la celestial también, se enteró y su
orgullo no le permitió nunca más volverse atrás.
Sin duda alguna, los hombres somos orgullosos. De una u otra
manera, envidiosos, vanidosos o soberbios. Adán y Eva y Caín fueron su inicio.
También se cuenta que un buen fraile se enorgullecía de
repetir con frecuencia que su congregación era la más humilde de entre todas
las habido y por haber (sic).
Pues bien, si permanece la vanagloria por lo menos, que
extirparla del todo es imposible, bueno será que saquemos provecho de ello. Tal
vez implicándola en nuestro mejoramiento.
Los mandamientos de la Iglesia son muchos, si consideramos
que el Código de Derecho Canónico contiene un montón y lo que nos propone el
catecismo es una pura selección, pretenden especificar ciertos preceptos. Si el
cristiano debe dar gloria a Dios y celebrar su Día, la Iglesia occidental
concreta que el domingo se debe ir a misa. Queda así mucho más claro que un
simple enunciado. Es un ejemplo, no de la más importante exigencia.