Voz del Papa

Una generosidad desinteresada

José Martínez Colín

 

1)  Para saber

Cuando el Papa está en el Vaticano, los domingos suele asomarse desde la ventana de su despacho y desde ahí reza a las doce del día la oración mariana del “Angelus” con quienes están en la plaza y luego les dirige un mensaje. El pasado domingo, primero de septiembre, sucedió algo insólito, un retraso. La gente no sabía qué sucedía. Después de 25 minutos, el Papa se asomó a la ventana y pidió disculpas. Sucedió que se había quedado atorado en el ascensor. Y no pudo salir hasta que llegaron los bomberos, por lo que agradeció y pidió un aplauso por el trabajo de los bomberos.

Luego se refirió al pasaje del Evangelio en donde Jesús explica mediante una parábola la actitud que se ha de tener al dar algo. Se trata de dar desinteresadamente, no buscar que nos devuelvan algo.

“Aquí, Jesús va completamente contra corriente, manifestando como siempre la lógica de Dios Padre”, explicó el Papa, y añadió que Jesucristo proporciona la clave para entenderlo: "Recibirás tu recompensa en la Resurrección de los justos”.

2)  Para pensar

Si se es generoso, de hecho, la recompensa está dada sin buscarla, pues el primero que sale ganando es la misma persona generosa pues se ha hecho mejor. Desgraciadamente también sucede lo contrario: quien le hace daño a alguien, ese mal recae sobre el que obró mal, pues se ha hecho peor persona. Se puede decir que cada uno cosecha lo que siembra. La siguiente historia nos lo muestra.

Había un rey que deseaba edificar un gran palacio. Encargó a uno de sus hijos que lo construyera, y le entregó el dinero necesario. El muchacho, de mal corazón, pensó: "construiré el palacio con malos materiales y me quedaré con el dinero que ahorre. No me importa si luego se viene abajo".

Cuando lo terminó, se presentó ante su padre y le dio la noticia: "El palacio que me encargaste ya está terminado. Puedes disponer de él cuando gustes". El rey tomó las llaves y las devolvió a su hijo con estas palabras: "Te entrego el palacio que construiste. Es para ti. Esa es tu herencia".

El egoísta es una persona destinada a sufrir, que es presa de su difícil corazón. El hombre generoso, por el contrario, es feliz precisamente porque no regatea tiempo, sacrificio ni afecto para los demás. Siempre hay más dicha en dar que en recibir.

3)  Para vivir

Nuestras relaciones personales han de estar regidas por el amor, el cual, como dice san Pablo, no busca su propio interés. El amor no busca “cobrarse”, sino que da generosamente. Por ello, dice el Santo Padre, que quien pone su propio interés sobre el de los demás, ha corrompido la relación, una relación que debería ser generosa y gratuita. Jesús nos invita a la generosidad desinteresada, la cual nos llena de una alegría mucho más grande: la alegría de ser partícipes del amor mismo de Dios.

Al finalizar, el Papa Francisco recordó la importancia del servicio desinteresado, dentro y fuera de la Iglesia, e invocó a la Virgen María para que “nos ayude a reconocernos así como somos, es decir pequeños, y a alegrarnos en la donación” sin buscar algo a cambio.

José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)