Voz del Papa
Ser un mártir cotidiano
José Martínez Colín
1) Para saber
Unas
señoras hablaban sobre la conveniencia de permitir que sus hijos vieran las
películas de superhéroes donde éstos se pelean violentamente contra sus
enemigos. Una de ellas comentó que su hijo, después de ver esas películas,
salía con el entusiasmo para derrotar fuertes enemigos, para hacer cosas
extraordinarias, para “salvar el mundo”. Pero en cambio, luego no era capaz de
levantarse a tiempo cada mañana. Lo mismo nos puede suceder: podemos tener
grandes ideales, proyectos ambiciosos y, sin embargo, no cumplir con nuestro pequeño
deber cotidiano. Ciertamente no es fácil lograrlo por el esfuerzo que implica. Hoy
se necesita ser un “mártir cotidiano”, como decía el Papa Francisco, para
cumplir nuestros deberes diarios, que esa es la voluntad de Dios.
El
Papa siguiendo con su reflexión sobre el libro de Los Hechos de los Apóstoles,
se detuvo en la figura de San Esteban quien padeció el martirio a causa de
falsas acusaciones.
2) Para pensar
Después
de la Ascensión de Jesús, el cristianismo se expandió con rapidez. Los
Apóstoles, para no descuidar su oración y anunciar el Evangelio, escogieron a siete
hombres de buena fama, llenos de Espíritu y sabiduría (cfr. Hch 6,3). Fueron los
primeros diáconos del cristianismo. El diácono no es un sacerdote de segunda
categoría, dice el Papa, pues no está para el altar, sino para el servicio.
Entre
los siete “diáconos” destacaba Esteban, quien evangelizaba con fuerza y hacía
grandes prodigios. Su palabra pronto encontró resistencia. Algunos judíos, al
no poder refutar su predicación y sabiduría, lo calumniaron, condenaron y
apedrearon hasta que muriera. Pero Estaban, muriendo, perdonó a sus verdugos
diciendo una oración maravillosa: “Señor Jesús, recibe mi espíritu… y no les
tengas en cuenta este pecado” (Hch 7,59).
Comenta
el Papa, que esos hombres eligieron la solución más mezquina para aniquilarlo: la
calumnia o falso testimonio. La calumnia siempre mata. Es un “cáncer
diabólico”, que destruye la reputación de una persona. Preguntaba el Papa: ¿Cuál
es la peor cizaña que destruye una comunidad? La cizaña de la murmuración, la
cizaña del chismorreo: Cuidemos de no esparcirla jamás.
3) Para vivir
Como
a San Esteban, hemos de ser testigos de Cristo en medio del mundo, dar
testimonio de nuestra identidad cristiana. Cada uno en su lugar: el hijo siendo
buen amigo, el padre en su trabajo siendo honesto, fiel y limpio, la madre con
su familia y sus amigas sin criticar o mentir en sus conversaciones, etc.
San
Josemaría Escrivá hacía la siguiente consideración: “En alguna ocasión me he
preguntado qué martirio es mayor: el del que recibe la muerte por la fe, de
manos de los enemigos de Dios; o del que gasta sus años trabajando sin otra
mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa
inadvertido… Para mí, el martirio sin espectáculo es más heroico… Ese es el
camino tuyo” (Vía Crucis, VII Estación).
“Pidamos
también nosotros al Señor que, mirando a los mártires de ayer y de hoy,
aprendamos a vivir una vida plena, acogiendo el martirio de la fidelidad
cotidiana al Evangelio y de la conformación a Cristo”, exhortó el Papa al
término de su catequesis.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía
(Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)