Santidad al alcance de todos
P. Fernando Pascual
29-9-2019
Nos parece que la santidad es
difícil, lejana, algo reservado para una élite de personas voluntariosas y
extraordinarias.
En realidad, la santidad está
a la puerta de cada corazón, porque es un regalo que Dios ofrece a todos.
Esa es una de las ideas que
brilla en la exhortación apostólica "Gaudete et exsultate" del Papa Francisco.
Sobre todo, es algo enseñado
por Jesús en el mismo Evangelio, al acoger a los pecadores, y al morir y
resucitar por nuestra salvación.
Desde luego, responder al amor
misericordioso de Cristo implica humildad para reconocer los propios pecados y
sencillez para dejarnos curar por Su Amor.
Entonces se produce un milagro
que Dios quiere otorgar a todos, porque a todos nos ama como Padre y como
Salvador.
A nadie se le cierra las
puertas del perdón. Cada uno puede escuchar, en los mil avatares de la vida, la
voz de Cristo que llama y que espera.
"Mira que estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y
cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20).
Si le abrimos, si le dejamos
entrar, empieza el milagro de los grandes cambios, de las conversiones
auténticas, de la santidad posible para todos.
San Pedro y San Pablo, San
María Magdalena y el Buen Ladrón, San Agustín y San Ignacio, y una larga lista
de nombres, de tantos momentos de la historia, muestran cómo no hay barreras
para el triunfo de la Sangre de Cristo.
En nuestros días también hay
conversiones y hay santos, entre jóvenes o adultos, entre adinerados o entre
pobres, sin fronteras ni distinciones raciales.
"En efecto, cuando
todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los
impíos (...) mas la prueba de que Dios nos ama es que
Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5,6‑8).
La santidad está al alcance de
todos, porque Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2,4). Todos, lo cual incluye,
en este día concreto, también mi nombre y apellido...