Pan ázimo (2)
Padre Pedrojosé Ynaraja
En la cultura mediterránea, la cualidad social del pan sea
cual sea su elaboración, es ser alimento básico y común. Pan y sal son
esenciales y tal vez considerados suficientemente únicos. Es sustento emblemático.
Cuando en la Oración Dominical se le pide al Señor el pan cotidiano, se está
suplicando no sufrir hambre de alimento, no exclusivamente de pan. Los autores
sagrados siempre indican que en lo solicitado hay que incluir el eucarístico.
El pan es también vianda simbólica, a la que se da, o se le
daba, una cierta dimensión religiosa. Para especificarlo me referiré a dos
costumbres bastante generalizadas por las tierras donde me ha tocado vivir.
Era norma familiar que al recoger un trozo de pan que hubiera
podido caer al suelo, se le diera un beso. Soy testimonio de ello, en mi casa
así se practicó siempre. La otra costumbre, observada en muchos hogares, era
que antes de empezar a repartir el pan, el padre o al madre superficialmente
con el cuchillo hicieran una cruz.
DONACIÓN RELIGIOSA
En muchos lugares el pan es donación religiosa preferente. Mi
madre me explicaba que la mujer, seguramente ella lo hizo en aquel pueblo
varias veces, pasadas las molestias post parto, su primera salida del domicilio
era a la iglesia, dando gracias a Dios y pidiendo la bendición al párroco, al
que le ofrecían a continuación un pan.
Tradicionalmente, en misas festivas señaladas, acabada la
liturgia, se ofrece a todos los asistentes un panecillo. Tal práctica ha sido y
todavía lo es en muchas de nuestras parroquias y en diferentes lugares de
Tierra Santa, tal es mi experiencia.
PAN DE CADA DÍA
El significado simbólico del pan es el motivo por el que la
Oración Dominical diga: “danos hoy nuestro pan de cada día…” ¿Como lo entenderán los pueblos cuyo habitual alimento no es
el pan, sino la mandioca? ¿y aquellos que se nutren de
maíz, nombre de un cereal que significa literalmente para los indígenas taínos
del Caribe “lo que sustenta la vida”? ¿Será preciso cambiar el texto?
(Uno piensa a este respecto en las intuiciones y propósitos
del P. Matteo Ricci (1552- 1610) adelantado misionero
en la China, que la Santa Sede no aceptó. Pienso también en cambio, en la
reciente modificación del texto, no del sentido, de la oración del Padrenuestro.
Evidentemente, las deudas en la cultura del primer y segundo mundo no son
malignas, sino necesarias. Nadie paga al contado el agua o la electricidad que
se está sirviendo, la abonará a final de mes. El cambio por parte de las
Conferencias Episcopales de lengua española fue oportuno y correcto. En
Francia, la permuta de la palabra deudas por ofensas ha sido reciente)
¿Cómo sonaría pedir a Dios, en vez del pan nuestro, la
mandioca o el maíz de cada día? Si algún lector está sumergido en tales culturas,
sería de agradecer que nos comunicara su opinión.
DONES EUCARÍSTICOS
En la celebración de la misa, en un determinado momento, se
ofrecen al Señor los dones eucarísticos. No hay inconveniente en que además se
presenten otros dones, velas para los candelabros, aceite para las lámparas,
vino o harina para la Eucaristía, flores para el altar, etc.… o prosaico
dinero. De esto último nadie duda, pese a su vulgaridad.
En los tiempos en que yo ejercía de consiliario scout, me
gustaba que ellos/ellas en un determinado momento, recogieran de una parra
cercana a mi casa, racimos de uva que exprimían en un recipiente ad hoc,
dejando fermentar el jugo y concluido el proceso, lo utilizábamos en la
celebración de la misa. Mucho más expresivo y rápido era en algunos
campamentos, o en ciertas fiestas, proponer que ellos mismo elaborasen el pan,
harina y agua exclusivamente, hábilmente amasada y puesta al horno, si sabían
hacerlo, o en parrilla próxima a las brasas, fácilmente se conseguía un
panecillo. La patrulla que mejor le conseguía, gozaba del privilegio de que el
suyo fuera el admitido para la consagración.
DIFICULTADES
No es momento este para comentar el valor pedagógico de tal
obrar. Ahora bien, aprovecho la oportunidad para advertir de las dificultades
que lo explicado implica. En primer lugar, resulta difícil conseguir el punto
exacto de cocción. Si uno no sabe hacerlo, le sale duro como una piedra, o tan
blando que semeja chicle. Otra advertencia, el pan ázimo es higroscópico y en
consecuencia, con facilidad, y en pocos días, se enmohece, debe, pues,
presentarse en el altar sumirse pronto, no es conveniente guardarlo en el
Sagrario.
Los inconvenientes aludidos no los tiene el pan ázimo
adquirido en el comercio, no sé cómo lo consiguen, probablemente es cuestión de
acertar superficie delgada y grado de calor. Que nadie dude de la honradez de
su elaboración. Destinado el producto principalmente para las comunidades
judías, tal cultura es mucho más rigurosa que la que he observado en
determinadas comunidades religiosas cristianas.
PAN ÁZIMO KOSHER
Y si alguien duda, que se limite a adquiri
pan ázimo khoser. Tal palabra indica que un rabino
reconocido, ha estado presente durante el proceso de fabricación y que, entre
otras cosas, supervisa y controla el tiempo que transcurre entre el momento en
que la harina ha entrado en contacto con el agua, hasta que se ha iniciado el
horneado. No puede ser superior a 18 minutos exactos. Tal detalle, y no es
momento de detenerme en curiosidades técnicas, dificulta su fabricación de tal
manera, que el destinado a la celebración del Seder
de Pesaj, no será redondo sino cuadrado. Estoy
refiriéndome a las comunidades más exigentes.
ILUSTRACIONES “COMERCIALES”
Acompañan a este reportaje diversas ilustraciones que no
quisiera que alguien creyera que el artículo es un catálogo comercial. Es
sencillo ejemplo de los muchos que se fabrican y que se encuentran en
supermercados o en establecimientos dedicados a las comunidades judías.
Evidentemente también se puede adquirir por internet.
Hace muchos años que celebro misa con tal pan ázimo, pan que
parece a simple vista pan y no… que cada uno con espontaneidad y sinceridad se
pregunte qué le parece es el habitual. Algunos le llamarán pan de ángeles, los
antiguos monaguillo así lo pedían al cura, o simplemente recortes ¿recortes de
qué? Se preguntaba uno: Si no tuviera uno cierta cultura religiosa ¿Qué le
parecería que es? Recuérdese lo que dicen las normas de la introducción al
misal romano que copié la semana pasada.
Recuerdo muy bien mi primera comunión, tal vez aquella oblea
sagrada que se me pegaba al paladar y que solo con la lengua se me permitía
tratar de separar, me trasladaba mentalmente a un mundo misterioso. Recuerdo
por quien rece y qué propósitos ofrecí a Jesús Eucaristía, mientras intentaba
despegarla y tragarla, sin que por nada del mundo la masticase, que hubiera
cometido sacrilegio. Así me lo habían dicho.
Advierto que en la actualidad, cuando celebro fuera de mi
ámbito habitual, acepto sin ningún inconveniente lo que encuentro. En el Sagrario de mi casa conservo Eucaristía de las dos
apariencias, pensando especialmente en enfermos graves. Los dos meses que
diariamente celebro misa en el Cottolengo del Montseny, lo hago con las que para entendernos, llamaré
tradicionales.
PAN DE PITA
¿Y el pan de pita, qué clase de pan es? Parecería a simple
vista que es pan ázimo, pero no es así. Es un alimento propiamente del
desierto, aunque ahora se haya extendido y se venda en cualquier supermercado.
El beduino conserva el estiércol seco de sus camellos para
que le sirva de combustible. En su momento calentará con él, por su interior,
la misma olla de cobre que utiliza para preparar sus comidas. Cuando está
suficientemente caliente, aplasta una bola de masa, que extiende con ambas mano
por la superficie, hasta conseguir que sea circular. Al cabo de poco rato, le
da la vuelta. Así por uno y otro lado, estará ligeramente tostada la torta, no
así su interior. Fácilmente se separan las superficies, que convertirá en
cuchara, para llevarse a la boca el humus, o cualquier otra manduca preparada
en la cazuela central común.
Observé un semejante proceder en un hotel de cinco estrellas
de El Cairo. Allí la beduina calentaba el recipiente mediante mecheros de gas.
Constaté que su trabajo era continuo, ya que la mayoría de comensales del
restaurante, preferían este pan de pita al que para nosotros nos es común.
Añadía “levadura química”, (nuestra popular Royal), ligeramente salaba la masa
y con escaso tiempo para fermentar, la extendía sobre la superficie convexa de
una gran marmita de cobre limpia y pulida, resultando algo semejante a una piza
grande y delgada, que de inmediato se llevaban los camareros para satisfacer a
la clientela.
Observará el lector que en una fotografía (arriba) aparecen
dos panes. Uno, el mayor, corresponde al que ofrece cualquier panadería y
compra cualquier hijo de vecino. El otro, de menor tamaño, a penas
hinchado, de harina integral o de diversos cereales. Considero que puede
ser buen complemento de lo escrito.