Dos pesos y dos medidas en
medicina
P. Fernando Pascual
19-10-2019
Imaginemos dos escenas. La
primera ocurre en una ciudad de lo que algunos llaman "primer mundo".
La segunda, en un lugar remoto de la inmensa selva amazónica.
Una familia de esa ciudad tiene
varios hijos. Uno tiene una enfermedad grave. Los padres deciden no llevarlo al
hospital ni recurrir a ningún médico "occidental".
Optan por ofrecer al hijo
enfermo hierbas y otros tratamientos que, según ellos, son naturales y más
adecuados a una visión ambientalista.
El hijo empeora. Algunos
familiares y vecinos avisan a las autoridades. Llega un médico
"científico", ve el caso, y declara que hace falta una
hospitalización urgente.
Los padres se resisten.
Intervienen los jueces, y al final, para contrastar la resistencia de los
padres, ordenan un tratamiento forzado para ese hijo. Pasan las semanas, y los
médicos consiguen curarlo.
Una tribu bastante aislada
vive en la selva amazónica. En una familia de esa tribu se enferma un hijo.
Quizá se trata de la misma enfermedad del niño de la ciudad.
Los padres recurren a la
medicina tradicional de la tribu, acuden al "brujo" o experto del
poblado. Alimentan al hijo con hierbas unidas a ritos y oraciones a los
espíritus del bosque.
El niño empeora. Por casualidad,
un grupo de médicos "occidentalizados" pasan por allá. Ven el caso y
proponen insistentemente a la familia llevar al niño a un hospital.
Los padres y la tribu se
niegan. Pasan los días y el niño muere. Las autoridades de la zona no
intervienen. Algunos medios informativos, que conocen el caso, critican a los
médicos por haber querido imponer sus ideas "occidentales" a los
miembros de una tribu.
Si comparamos los dos casos,
notamos una fuerte diferencia en algunas valoraciones. En el primer caso (niño
de ciudad), muchos ven como un deber acudir a los hospitales para salvar a un
hijo. En el segundo caso, no todos ven como deber acudir al hospital, incluso
hay quienes consideran que sería algo negativo.
¿Por qué esas diferencias de
apreciación? Los motivos pueden ser varios, pero es fácil identificar uno:
suponer que lo tradicional, lo que es propio de una cultura del pasado, debe
ser respetado, aunque sea ineficaz y provoque la muerte de niños.
Ese motivo, sin embargo, deja
de lado un criterio básico para juzgar cualquier decisión en lo que se refiere
al recurso a la medicina (antigua o moderna): la conveniencia de buscar métodos
eficaces que permitan curar al enfermo y aliviarle en su dolor.
Ese criterio, sin embargo, es
ignorado, incluso rechazado, por personas que consideran que ofrecer tecnología
médica "occidental" a tribus que no la desean sería imponer una
cultura a otra.
En realidad, una técnica
médica, sea de la cultura que sea, tiene valor en tanto en cuanto alivie y cure
a los enfermos. Por eso es algo que va contra la justicia y el sentido común
rechazar una terapia (occidental o tradicional o de otro tipo) que sea eficaz
porque no gusta el ambiente en el que tal terapia haya surgido.
Si superamos ciertos
prejuicios, no solo veremos cómo ayudar a una tribu a mejorar la atención a sus
enfermos, sino que haremos todo lo posible para que cualquier progreso en
medicina, surja de donde surja, sea asequible a todos los potenciales beneficiarios
del mismo.