Camellos del desierto

Padre Pedrojosé Ynaraja


Se trata de un mamífero de la familia de los Camelidae. Pese al título puesto al artículo, al animal que me referiré, le llamamos generalmente dromedario. Aparentemente solo tiene una joroba, la otra está situada detrás y atrofiada. Su nombre científico es Camelus dromedarius, vive unos 40 años y es el tercero en estatura de entre los animales terrestres (primero león, segundo jirafa). El dromedario puede llegar a beber hasta 150 litros de agua de una sola vez y en muy poco tiempo y desplazarse sin volver a tomar agua durante más de 10 días. Es rumiante sin cuernos y sin hocico, con los orificios nasales formando aberturas oblicuas, el labio superior dividido y movible por separado y extensible. En las patas tiene dos dedos diferenciados, cuestión esta importante, pues, si bien se hunden bien en la arena, tal condición le aparta de considerarse animal puro, según normas de la Torá. Al contrario de la creencia popular, el camello almacena en la joroba grasa, en vez de agua, ahora bien, esta misma grasa puede proporcionarle hidratación, si le es preciso.

EL ANIMAL DEL BEDUINO

En la actualidad el dromedario es el animal del beduino, en otros tiempos también lo fue de gente poderosa y sedentaria. Digamos que cumplió, o en algunos casos cumple todavía, las funciones que entre nosotros desempeña un tráiler, una furgoneta pick up, o una limusina, lo que más guste o convenga imaginar en cada caso.

Su capacidad de resistencia ha hecho de él, el animal más valioso del desierto. Se emplea normalmente como animal de carga, aunque también se aprovecha su piel, leche y carne. Tradicionalmente, la leche de las hembras ayudó a sobrevivir al hombre durante viajes largos por el desierto. El pelo del camello puede hilarse para hacer vestidos y sogas. Con la piel se confeccionan sandalias y cantimploras, y el estiércol es útil como combustible para cocinar

ENTRETENIMIENTO

Lo he visto en semilibertad por el desierto. Por el del Neguev y por el de Sin. Por la ruta del Éxodo, descansaban en algún oasis, al servicio de la familia beduina correspondiente. Ahora bien, el dromedario, en la cima del Olivete, o en otros lugares donde abundan los viajeros, el interés por esta animal se reduce a servir de diversión, cargando a un turista, dando una corta vuelta por el entorno y cobrando el propietario un dólar por el entretenimiento del que ha gozado el andarín, que no ha olvidado de advertir a los que le acompañen que le saquen fotos cuando cabalgue.

Pese a lo dicho, debo reconocer que nuestro bicho, en dos lugares cumple útil función, de la que por cierto yo nunca me he querido aprovechar. Se trata del traslado de turistas por trayectos que ningún vehículo mecánico puede hacerlo.

JEBEL MUSA O SINAÍ

La primera vez que subí al Jebel Musa o Sinaí, estábamos en la cima siete peregrinos y un beduino de 9 años, que fue quien nos guio. La segunda 15 o 20 y la última más de 200. Evidentemente, muchos de ellos eran incapaces de caminar las 2.30h de empinada subida. Lo hacían a lomos de un camello. Estoy pensando ahora en las últimas veces que he subido al Jebel Musa, Sinaí, por un estrecho camino de no más de un metro de ancho. Mientras yo subía a pie cansinamente, mis más de 70 años cumplidos no me permitían otro ritmo, escuchaba continuamente y a mi lado, que me decían casi suplicando: chameau, camel…u otras palabras que supongo correspondía a nuestro animal en ruso, o alemán, porque los beduinos del Sinaí tal vez no sepan ni siquiera escribir su árabe propio, el badawi, pero el inglés, el ruso y hasta el francés y otros más, todos los chapurrean.

Pienso muchas veces en ellos que se ganan la vida transportando viajeros, turistas o peregrinos, cobrando lo que deban cobrar, que lo desconozco, pero que encontrándolos después en el llano, bajo una palmera, fumando con el narguile, o en la jaima, tal vez, como me ocurrió una vez, viendo por TV un partido del Barça, se apresuran a ofrecerte amablemente un cojín para que descanses y un té moruno, poco té, mucha menta y mucho azúcar, como gesto de hospitalidad.

PETRA

Algo semejante ocurre en Petra. Este paraje del que se habla en la Biblia en diversas ocasiones, que fue la población más importante de la cultura nabatea, quedó en olvido en el siglo VI y desconocida su situación, hasta que en 1812 el lugar fue descubierto por un explorador suizo. Era una incógnita para el occidental, pero no para el beduino que paseaba por entre las rocas con escasa vegetación sus ganados.

El viajero que se desplaza desde Amán hacia el sur, si quiere penetrar en el lugar, debe hacerlo por un estrecha hendidura, la montaña pétrea resquebrajada, hasta llegar al amplio valle donde contemplará la antigua ciudad, que conserva aún esculpidos en las laderas de arenisca, antiguos edificios, impresionantes a la vista, incógnitas para su cerebro. Pues bien, no puede pasar por ella más que ganado lanar, jumentos o camellos.

PASTORES

Evidentemente aquellos beduinos de siglos pasados eran pastores, su ocupación no era precisamente un buen atractivo del turismo, así que, como nos lo contaba a nosotros el mismo xeih de Petra, el monarca Husein de Jordania, les rogó o exigió, que alejasen sus rebaños de entre aquellos monumentos, que les construiría un poblado a las afueras y que les autorizaba a que sirvieran y acompañaran a los turistas. El camello puede introducirlos, pero también, si uno quiere desplazarse al domicilio del xeih, le toca caminar un buen rato, puede, pues, valerse de tal animal.

En una de las fotografías podrá ver el lector cabalgar en dromedario a una empresaria hotelera de Sevilla, a Mr. Willians, que no es otro que Fra Rafael OFM, sus amigos beduinos le conocen por este nombre, que es el de su bautismo y el que figura en el pasaporte. Quien tira del dromedario es uno de los hijos del dicho xeih, de destacable belleza para quien de la masculina entiende, que ha sido artista de cine en películas de Bollywood y que aunque no era viernes el día de nuestra visita, lucía sus ojos delicadamente maquillados. Bueno es que el hombre sea atractivo, si el semoviente es tan feo.

SIMPATÍA Y HERMOSURA

Advierto que es un animal que no me cae simpático. Dicen que es pacífico pero que cuando se irrita ataca furiosamente, dando coces o mordiendo. Que no sienta yo simpatía por él, creo que se debe únicamente a su carencia de hermosura. En la Biblia el dromedario es mencionado 60 veces. Me detendré a comentar solo algunos pasajes por su interés narrativo y la gracia costumbrista de alguno. El primero es un relato del Génesis que lo encontrará el lector en el capítulo 24. Abraham ya viejo y viudo, encarga a su más fiel sirviente, que colabore con él, desplazándose en busca de una mujer para su hijo. No podía ser una cualquiera, debía obedecer a las normas de linaje que estaban establecidas. Marchó obediente con un séquito de 10 camellos, algo así como si ahora viajara en un Ferrari, a los ojos de una beduina de hoy.

Hasta hace poco, en pueblos de la tierra donde habito, y sé que en muchos de otros paisajes, no tenían las familias en su casa agua corriente, de manera que debían acudir a fuentes públicas a recogerla. Agua para las personas, pilas adjuntas para satisfacer su sed los animales. Esta era su finalidad, su otra era también muy propia. Las fuentes eran lugares de encuentro, de comidillas, de enamoramientos y de compraventas y muchas cosas más.

LAS FUENTES

A una de estas fuentes llegó el criado. Por el camino el fiel sirviente, además de contar con su buen hacer y sus dotes personales, solicitó la ayuda a Dios. Al legar y de inmediato, encontró a la chica que su patriarca-patrón había soñado. La adorno con brazaletes y hasta con un piercing pendiente de su nariz. Con tales regalos y palabras amables y de contenido religioso, pues le había hablado el criado de peticiones a Dios que le había escuchado. La jovencita le llevó a su casa. Fue bien recibido y acordado el matrimonio. Del THE END que se entere cada uno si así le interesa.

Por aquellas tierras tornó el nieto y se enriqueció. Quiso volverse a su tierra, pero el jeque no se lo permitía. Fue astuto Jacob y huyó con sus mujeres. Raquel, una de ellas, fue tan astuta como el marido y se apropió de bienes familiares, que escondió en la silla de su camello… La narración la encontrará el lector en el capítulo 31 del mismo Génesis. Y si es una lectora, que piense y juzgue a la matriarca, o tal vez recuerde que alguna vez ha hecho o dicho lo mismo.

LA BIBLIA

En el capítulo 37 se narra la triste suerte de José, llevado esclavizado a Egipto por mercaderes de perfumes. Los camellos trasportistas del hijo de Jacob, hoy serían tráilers o megacamiones…En el Libro de los Reyes capítulo 10, y en el II Crónicas capítulo 9, el lector imaginará a la reina de Saba yendo a visitar al emperador Salomón en una espectacular limusina, pese a que las de aquel tiempo fuesen camellos, según asegura el texto bíblico. También en el de Tobías 9,2 se mencionan los camellos, que han sido acompañantes del hijo y de todo un arcángel, llamado Rafael por su empleo.

En el libro de Judit, la más bella historia de la Fe y la valentía que puede acumular una mujer hebrea dice que el ejército que había sitiado la ciudad había acudido con animales de carga y lucha, entre ellos los camellos, pero la astucia de la heroína y su piedad, fueron capaces de vencer al maligno Holofernes.

Ya he dicho que un israelita no podía comer, carne de camello, ni siquiera leche de camella, pero sí aprovecharse de su piel y de su pelo, con el que tejían ásperos vestidos que vestía Juan el Bautista.

Y acabo las menciones bíblicas, acudiendo a la sentencia de exagerada expresión, de Jesús, Señor nuestro, típica de un buen semita, que dice: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios”. (Mc 10,25) ¡anda ya!