El deber y la libertad
P. Fernando Pascual
3-11-2019
Se habla continuamente de
deberes. La gente debe pagar impuestos, respetar las reglas de tráfico,
comportarse con cierta educación, cumplir las promesas.
Se habla también de libertad:
cada uno puede decidir según sus propios modos de pensar, de sentir, de querer.
Surgen un sinfín de problemas cuando se intenta
explicar qué es el deber, cómo se funda, y en qué maneras se relaciones con la
libertad.
Para afrontar esos problemas
hacen falta muchas reflexiones y aclaraciones, lo cual no es fácil ante una
diversidad de teorías sobre el tema.
De modo simple, y como un
pórtico, podemos reconocer que los deberes pueden venir de lo exterior (desde
las "autoridades"), o desde lo interior (la propia conciencia).
Las "autoridades"
indican dónde se puede aparcar, en qué manera pagar impuestos, cómo respetar
los acuerdos de un contrato.
Desde las indicaciones y la
mayor o menor energía de las "autoridades", las personas se sienten
obligadas a respetar ciertos deberes.
Otros deberes surgen desde
dentro. Ninguna autoridad impone a la gente que respete una promesa entre
amigos. Pero cada uno percibe que, tras formular una promesa, tengo el
"deber" de cumplirla...
Cada uno de los deberes
externos o internos puede chocar con lo que las personas desearían hacer
libremente. Basta con pensar en cuántos querrían ser libres para aparcar su
coche en una calle llena de prohibiciones.
No pocas personas van contra
algunos deberes, porque prefieren hacer prevalecer su propia libertad y
secundar sus propios deseos o, en ocasiones, sus caprichos.
Otras personas, o por miedo
(un policía en la calle lleva a muchos a respetar las reglas de tráfico) o por
convicción, optan por respetar sus deberes, aunque a veces desearían, libremente,
hacer cosas opuestas a los mismos.
Lo anterior explica por qué
sea tan importante, en el ámbito personal y en las discusiones públicas,
incluso antes de elaborar leyes, encontrar cuáles sean los fundamentos de los
deberes y obligaciones que se exige a la gente, para poder distinguir entre los
que sean correctos y los que no lo sean.
Pero esas discusiones pueden
llegar a ser muy difíciles en sociedades pluralistas, donde conviven muchas
teorías y donde algunos defienden que no existen verdades en la política, la
ética o la filosofía.
Sin embargo, y a pesar de esas
discusiones, al reflexionar sobre los deberes en el mundo del trabajo, en la
convivencia social, incluso en el cuidado del ambiente, necesitamos superar
ciertas visiones relativistas y alcanzar verdades bien fundamentadas que
identifiquen deberes que siempre hemos de respetar.