Historias desde las personas
P. Fernando Pascual
9-11-2019
Una historia puede decir que
Francia atacó a Alemania, y que Alemania respondió con una contraofensiva que
provocó enormes daños a las dos naciones.
O puede decir que un
gobernante francés dio la orden a los generales del Estado Mayor para organizar
un ataque, y que varios generales (con nombres y apellidos) elaboraron planes
equivocados que permitieron luego a varios generales alemanes, que tenían
mejores planes, organizar una contraofensiva seriamente dañina.
Se podrían poner muchos más
ejemplos de relatos históricos muy diferentes. Unos, que aspiran a simplificar
y que tratan los hechos como si fuesen realizados por "Estados" o
incluso por ideas. Otros, que se fijan en las personas concretas, con sus
prejuicios, sus intuiciones y sus miedos.
Salta a la vista que el primer
tipo de relatos parece más fácil. Además, simplifica mucho las cosas pues
construye o supone que existen realidades abstractas (un Estado, un pueblo, una
clase social, un partido político) que actuarían como si fuesen sujetos
autónomos.
El segundo tipo de relatos es
más difícil, porque intenta bajar a los detalles, porque no quiere olvidar a
los actores concretos, porque tiene que buscar informaciones sobre lo que
discutían y decidían personas individuales, con sus límites o con aciertos en
ocasiones sorprendentes.
Al leer ciertos libros o
artículos de historia parece que nos encontramos con sujetos abstractos o
realidades colectivas que actúan unitariamente ("los griegos" que
vencen a "los persas"). Pero si uno quiere comprender lo que
realmente pasó, reconocerá que una victoria o una derrota son explicables solo
desde personas concretas.
Por eso, aunque resulte un
ideal casi inalcanzable, una historia que pretenda exponer lo que ha ocurrido
en un determinado periodo del pasado necesita presentar a los protagonistas
concretos de los hechos más relevantes, sin olvidar el papel de "pequeños
actores" (el soldado que, en la primera línea del frente, da un grito de
alerta) que pueden ser decisivo para un triunfo o un desastre.
En otras palabras, aspirar a
escribir historias desde las personas significa reconocer y dar su valor a cada
actor humano que, de maneras a veces sorprendentes, pone cada día su granito de
arena en el gran desarrollo de los hechos que construyen el devenir de la
humanidad.