Voz del Papa
Ser una iglesia doméstica
José Martínez Colín
1) Para saber
Hace
días hubo una acción heroica de un empleado del sistema de metro en los Estados
Unidos. Sucedió en la estación que está a las afueras del Oakland Coliseum. Al
terminar un partido, en la estación había muchos aficionados. Uno se despistó y
cayó en la vía pocos instantes antes de que pasase el convoy del metro. En eso,
John O'Connor, un supervisor de transportes, actuó con celeridad y logró
rescatar a la persona justo antes de que fuese arrollada por el metro.
La
acción heroica de John O'Connor dio vuelta al mundo. El equipo de fútbol
americano de los Raiders decidió dedicarle el siguiente partido y darle un
homenaje reconociéndolo como un héroe local.
Este
empleado supo reaccionar poniendo en peligro su propia vida. De modo semejante,
podemos pensar que cada uno ha de saber responder a los requerimientos que se
le presentan a diario. No suelen ser actos extraordinarios y heroicos, sino
pequeñas exigencias de nuestros deberes, donde se espera nuestra respuesta
honrada y generosa. El Papa Francisco recordó que desde el principio del
cristianismo fueron los laicos los que, por su bautismo, supieron sentirse responsables
para vivir y propagar su fe.
2) Para pensar
Siguiendo
con su reflexión sobre los Hechos de los Apóstoles, el Papa Francisco recordó que
san Pablo, después de su estancia en Atenas, se dirigió a Corinto, ciudad
comercial y cosmopolita. Ahí encontró hospitalidad por el matrimonio de Áquila
y Prisca (o Priscila). Estos esposos demostraron tener un corazón lleno de fe
en Dios y generoso con los demás. Su sensibilidad los llevó a olvidarse de sí
mismos para practicar el arte cristiano de la hospitalidad. Supieron acoger el
anuncio del Evangelio de Cristo, como esa “fuerza de Dios para la salvación de
todo el que cree”. Su casa se impregnó del perfume de la Palabra viva que
vivifica los corazones.
Áquila
y Priscila, son modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida al
servicio de toda la comunidad cristiana. Nos recuerdan que, gracias a la fe y
al compromiso de evangelización de tantos laicos como ellos, el cristianismo ha
podido llegar hasta nosotros. Para que la fe arraigue en los pueblos, Dios se
ha valido del compromiso de estas familias. Pensemos si nuestro hogar irradia
nuestra fe.
3) Para vivir
El
Papa se dirigió a los casados, invitándolos a escuchar cuál es su vocación, para
que, a ejemplo de Áquila y Priscila, sean “la verdadera escultura viviente” de
Dios, es decir, sean imagen del amor de Dios por todos. Dios llegará a muchas
personas gracias a ellos desde sus hogares que se convertirán en “iglesias
domésticas” o “casa de la Iglesia” (o ‘domus ecclesiae’). Pero no por la manera
en que está decorada, sino por la fe y caridad que desde ahí se irradia.
San
Pablo recordará agradecido en su Carta a los Romanos: “Saludad a Prisca y
Áquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para
salvarme. Y no solo yo lo agradezco, sino también todas las Iglesias de la
gentilidad” (16:4).
El
Papa Francisco nos invita a rezar a estos dos santos: Áquila y Prisca, para que
enseñen a nuestras familias a ser como ellos: una iglesia doméstica desde donde
la fe crezca.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y
Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)