El mito de las culturas buenas
P. Fernando Pascual
16-11-2019
El mito de las culturas buenas
defiende que los miembros de una cultura son buenos, porque todo lo que existe
en esa cultura sería positivo, justo, válido.
Ese mito lleva, por ejemplo, a
suponer que ciertos pueblos o naciones encarnan el bien, al mismo tiempo que
otros pueblos y naciones representan el mal.
Los daños de ese mito son
enormes, sobre todo cuando gobernantes sin escrúpulos han querido eliminar a
millones de seres humanos considerados como inferiores mientras exaltaban las
bondades de la propia raza o clase social.
Ese mito persiste en ciertas
descripciones de pueblos pequeños, tal vez aislados geográficamente de otras
formas culturales, como si el pertenecer a esos pueblos fuese garantía de
bondad y de justicia.
La realidad desmiente
fácilmente este tipo de mitos, aunque por desgracia muchos prefieren seguir en
el engaño y no abrirse a los hechos.
Hay que reconocer que existen
pueblos con un alto nivel de alfabetización y de progreso tecnológico que han
visto surgir en su seno a individuos y grupos que provocaron crímenes y daños
inimaginables sobre miles de inocentes.
Al mismo tiempo, existen otros
pueblos que carecen de libros, de armas modernas y de aparatos electrónicos,
que aceptan como algo normal crímenes contra inocentes bajo la excusa de que
tales crímenes son vistos como aceptables en la cultura a la que pertenecen.
El mito de las culturas buenas
en sus diferentes formas (la que exalta a Occidente en cuanto Occidente, o la
que idealiza al "buen salvaje" en cuanto "natural")
necesita ser superado con algo tan sencillo como el amor a la verdad.
Porque ese amor empuja a
investigar antes de emitir juicios de alabanza o de reproche, mientras observa
los hechos y las maneras de juzgarlos en cada pueblo y cultura. Solo después
podrá reconocerse que existen culturas mejores y peores, y que en todas las
culturas pueden coexistir personas buenas o personas malas.
Cuando quede a un lado el mito
de las culturas buenas habrá mejores perspectivas para conocer a las personas y
a los pueblos. Al mismo tiempo, se fomentará un esfuerzo sincero para encontrar
caminos válidos con los que distinguir entre lo que daña a los seres humanos, y
lo que promueve su auténtico progreso temporal y su apertura al encuentro, tras
la muerte, con el Dios de la justicia y de la misericordia.