Gallos y gallinas en la Biblia
Padre Pedrojosé Ynaraja
(“Si tienes dos monedas, con una compra un pan y con la otra
un libro, para alimentar tu espíritu” proverbio oriental. Si no llega a tal
categoría este reportaje, que sea aperitivo al menos).
Me contaban hace tiempo que un colegio había organizado una
visita cultural al gallinero de una casa de campo. Inicialmente, tal proyecto
me sorprendió, creyéndolo estrambótico, ahora bien, cuando me explicaron la
finalidad con que lo hicieron, comprendí y justifiqué tal iniciativa.
Quienes viven en grandes ciudades de territorios del que
llamamos del Primer Mundo, el conocimiento que se tiene de los animales que
titulan el presente reportaje, es insólito. Observan en cualquier mercado o
rincón de barrio, unos curiosos aparatos, grapas y calor nunca faltan, donde,
fijamente enganchados y en lento movimiento, están asándose pollos enteros,
previamente desplumados y vaciado su interior de las correspondientes vísceras.
En su casa, con frecuencia será pollo asado lo que gusten, plato de día
señalado, o solución improvisada, ante la llegada de huéspedes amigos que no se
habían anunciado. Tal manjar a nadie entusiasma, ni deja de gustar tampoco a
nadie. Pero del pollo vivo, nada conocen, se demostró en una ocasión, según me
dicen, que en clase de dibujo creativo se les puso este tema y pocos acertaron.
GALLINEROS DE HOY Y AYER
Paralelamente las escuelas pueden visitar granjas de
gallinas. Allí, seguramente, las observarán encajonadas, sometidas a ser
alimentadas por calculados piensos, con un orificio por donde depositaran sus
huevos, que descenderán suavemente al exterior para ser recogidos
periódicamente sin que se rompan ni ensucien.
Antiguamente era frecuente tener un gallinero, si junto al
domicilio, la familia poseía un patio por pequeño que fuera. Dar de comer dos
veces al día a estas aves, recoger los huevos y de cuando en cuando, observar
que una gallina se volvía clueca, acurrucada en un rincón atesoraba huevos bajo
si y al cabo de unas semanas salía cacareando, rodeada de pollitos que piaban
nerviosos. Tal proceder era relativamente común verlo.
CASI ANIMALES DOMÉSTICOS
La descripción no ha sido bucólica imagen. Abrir por la
mañana el compartimento, darles comida, volver al mediodía a hacerlo y al
atardecer cerrar la puerta, para impedir que un zorro o una comadreja pudiera
por la noche entrar y hacer escabechina de todo animal que encontrase, fue
tarea que me tocó ejercer a mí mismo, durante unos cuantos años. Sé, pues, por
experiencia lo que son y cómo se comportan tales aves, que se consideraban casi
animales domésticos.
GALLO O GALLINA EN LA BIBLIA
Los recuerdos que explicaba me permiten a mí comprender
perfectamente las alusiones que del gallo o la gallina, se hacen en la Biblia.
Sus costumbres y etología en cambio para muchos otros, les resultarán
desconocidas.
Que diga Job (38,36) que el gallo es inteligente, no me
atreveré a negarlo, pero reservaré mis dudas, sin que por ello niegue la
inerrancia bíblica.
Ahora bien, estoy completamente convencido de que, como
afirma Proverbios 30, 31, el gallo es un animal esbelto y arrogante y no por
ello aumentará mi aprecio por la Sagrada Escritura, evidentemente.
Antes de proseguir diré que el gallo es nombrado 14 veces y
la gallina 2.
Las menciones de Job y Proverbios son las menos
significativas. Las otras 14 veces, en realidad, se resumen en dos únicos
conjuntos narrativos.
Respecto a la gallina dice Mateo (23,37ss) “¡Jerusalén,
Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus
pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta
vuestra casa”. Lucas 13,34, prácticamente, dice lo mismo, no es, pues,
necesario repetirlo.
EXPERIENCIA PERSONAL.
Vuelvo a mi experiencia personal. Observaba en mi juventud la
escena. La gallina clueca protegía a su prole y hasta se atrevía a atacar, sin
ningún éxito lograr con ello, a quien le arrebataba un polluelo. Chiquillos
eran, yo lo fui entre ellos, quienes lo hacían, ya que tal cría es una monada.
(Si la casa estaba situada en descampado el peligro añadido
estaba en el fulminante ataque de un gavilán, ante el repentino vuelo desde lo
alto, nada podía hacerse. A este respecto en estos lugares procuraban matar a
alguna de estas aves de presa y colgarla de un palo, muy a la vista de otros
posibles depredadores. No sé qué beneficios conseguían. Jesús respecto a las
aves de rapiña algo sabía, pero no se refirió para nada a esta situación).
La estampa de la clueca y sus polluelos era conmovedora, como
admirable es el amor que por nosotros tiene Jesús, junto al que sintiéndome
polluelo yo, le estoy muy agradecido.
(La práctica de hoy no tiene nada que ver con lo que he
referido. El huevo fecundado se introduce en una incubadora con temperatura
controlada, roto el cascarón y recién salido el pollo, un experto sexador, de inmediato,
en 4 segundos por cada diminuto animalito, determina si es hembra, que se
apartará y recibirá pienso adecuado de inmediato o, si es macho, al cabo de
pocos segundos será sacrificado. Criar pollos industrialmente no es buen
negocio y las legislaciones, explícitamente europeas, permiten tal proceder,
por cruel que lo consideremos).
LA PEDAGOGIA DE JESÚS
Los primeros receptores de la predicación de Jesús, y tantos
otros hasta recientes tiempos, le entendían perfectamente. Sus enseñanzas
continúan siendo válidas, pero no la oportunidad pedagógica de sus ejemplos,
que exigirán como anunció que “quien se ha hecho discípulo del Reino de los
Cielos, es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo
viejo” (Mt 13,52). No pretendo desacreditar la predicación del Señor, ¡Dios, me
libre! Ahora bien, repito que fue Él mismo quien lo supuso.
Respecto al gallo, las doce veces restantes, recuérdese que
he citado con anterioridad a Job y Proverbios, se refieren al mismo episodio,
es decir a las palabras que el Señor dirigió a Pedro en las horas que
precedieron a su Pasión: antes de que cante el gallo me negarás tres veces.
Los cuatro evangelistas las recogen. Sin duda son
importantes. Y no se me diga que el gallo solo canta al iniciarse el amanecer,
canta muchas veces más, quien le toca dormir cerca de un gallinero lo sabe muy
bien. Evidentemente lo que Él le advierte es que la seguridad orgullosa de
Pedro pronto va a ser probada y fallará.
Es bueno recalcar que los cuatro evangelistas lo recojan y
añado ahora también, advirtiendo que si lo sé es porque estos días lo he
aprendido, la costumbre de rematar un campanario con la cruz, la veleta y el
gallo, es para recordar a quien lo observa, las negaciones de San Pedro, que la
comunidad cristiana consideraba muy importantes.
Texto sobre foto: Arriba el gallo de bronce rescatado de la
Catedral parisina de Nôtre Dame. El resto de las imagenes resultan fácikles de
identiticar.