La vida entre lo activo y lo
pasivo
P. Fernando Pascual
23-11-2019
En la vida hay momentos donde
uno es el protagonista que decide, que actúa, que pone en marcha procesos que
luego le configuran (y configuran a otros).
También hay momentos de "pasividad",
donde uno recibe, acoge, tal vez sufre, las consecuencias directas o indirectas
de lo que otros hacen.
Decido ir a ver a un amigo.
Salgo de casa. Ocupo un lugar en el metro. Escucho las voces de la gente.
Alguien me mira con curiosidad. Sin darme cuenta, soy actor que decide y soy
objeto de las acciones de otros.
Toda la historia humana se
construye desde la síntesis entre lo activo y lo pasivo. Una síntesis
inevitable, pues cualquier decisión de unos influye de muchas maneras sobre
otros.
En esa síntesis, hay momentos
positivos que construyen, que enriquecen, que provocan alegrías verdaderas.
Otros momentos parecen
negativos, porque destruyen, empobrecen, generan tristezas y preocupaciones.
Nadie puede escapar a esa ley
de la acción y de la pasión. Incluso las decisiones más activas (hoy voy a
correr por un bosque durante una hora) generan resultados pasivos (estoy
cansado y más vulnerable a ciertas enfermedades).
Mientras estamos en camino, lo
importante es no dejarse arrastrar por los acontecimientos. No podemos sucumbir
ante lo que otros decidan, ni ser simplemente como barro pasivo ante los
influjos externos.
Porque incluso los momentos
que podemos declarar más pasivos pueden producir en mí reacciones y
comportamientos que me permitan aprovechar lo recibido para crecer en el amor y
en la entrega a Dios y a los seres queridos...