VALORES: AMISTAD-FAMILIA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cualquier
amor humano, sea de amistad o enamoramiento, es preciso sea generoso. Si no lo
es, no será auténtico. Debe ser fecundo, nace, crece y perdura, siendo algo más
que pura compañía.
Unos en
soltería, consagrada o no, otros en matrimonio. En ambas situaciones debe
existir fecundidad.
Grandes
solteros han entregado su vida al servicio del prójimo, sea en organizaciones
solidarias, o en habituales ayudas espontáneas. Matrimonios hay que, primero en
hijos, engendrarlos y educarlos, después su fecundidad se ha expresado en
hospitalidad familiar. Me detengo un momento en ello.
Creen algunos
que con tener hijos y formarlos, ha terminado su vocación cristiana. Su
domicilio será cotidiano dormitorio, al que acudirán, en contadas ocasiones,
solemnidades o celebraciones tradicionales, los hijos con su prole, abuelos,
hermanos, tíos o primos. El tiempo libre restante, si es posible, aprovecharan
para recorrer medio mundo.
El amor
humano, a imitación del de Dios, debe ser siempre generoso y acogedor.
La casa de
León Bloy, gran ogro místico, padre de muchos hijos,
escritor y crítico, estuvo siempre abierta a indigentes, intelectuales y
artistas. En ella encontraron amistad y Fe.
Badén-Powell,
fundador del escultismo, quedó pronto huérfano de padre. Su madre, sin olvidar
a la prole, quiso que por su casa desfilaran ilustres personalidades que
enriquecieran la personalidad de sus hijos. Y así salió él. Leyéndole uno se
pregunta: ¿de dónde ha sacado este buen hombre tanta útil sabiduría? Sin duda
alguna, de su experiencia familiar.
Ejemplo al
que no quiero dar connotación política, ha sido la Reina Sofía. Supe que
periódicamente recibía, envueltos en el cañamazo de un té ritual, a
intelectuales o investigadores, siempre gente inquieta. Un amigo extranjero me
explicó que un compañero de aquí le dijo un día que fuera con él al Palacio
Real. Llegó y fue saludando cordialmente a todos, dándose a conocer e
interesándose por los demás, tratado a todos de tú, es
un detalle. En un determinado momento oyó que una simpática señora decía: vamos
a otra sala a tomar el té. descubrió entonces que se
trataba de la Reina.