BUEN SIGNO
Hace
unos pocos días, nuestro Obispo, nos invitaba a una eucaristía con la presencia
del Sr. Nuncio Apostólico. (Por las dudas, es bueno aclarar que el Nuncio es
“embajador” del Papa para el país donde es designado)
Esta
invitación trajo a mi memoria la presencia, en la ciudad, de un Nuncio anterior
al actual.
Fuimos,
también, invitados a una eucaristía y al llegar llamaba la atención un tremendo
coche estacionado frente a la catedral. Su chapa diplomática delataba al dueño
del mismo.
Durante
varios días fue el comentario de varios pobladores de la ciudad. “Andan mal las
cositas en la Iglesia” “¿Es necesario un auto como ese?” “Podría haberlo
estacionado en otro lado y no tan a la vista” muchos otros comentarios, como
pueden imaginar, se podían escuchar.
Luego
de la eucaristía se realizó un encuentro del Nuncio con autoridades e
integrantes de la comunidad. Ese día hacía muchísimo calor. El encuentro tenía
a un grupo de mozos que atendían a los presentes. Se me acercó un mozo
ofreciendo una bandeja con vasos servidos. “No, muchas gracias. ¿No tenés algún refresco?” “Este es momento de servir whisky.
Los refrescos son servidos más tarde” Luego de esa respuesta me retiré de la
reunión.
Todo
esto volvió a mi mente ante la actual invitación del Obispo.
Debo
reconocer que grande, muy grande fue la agradable sorpresa que el actual Nuncio
habría de regalarme.
En
primer lugar el actual llegó en un ómnibus del servicio interdepartamental. Ya
no había más un lujoso auto ni un chofer.
Después
me habría de enterar que el coche de la nunciatura fue vendido sin que exista
otro como sustituto.
Es
un buen signo y merece ser destacado. Un buen signo en esta Iglesia tan
censurada y un buen signo que dice del actual Nuncio.
Ya
era hora de que algunos lujos fuesen dejados de lado. Bienvenido buen signo.
Cuando
entro a la catedral para la eucaristía coincido con la entrada del Nuncio. Me
llama la atención carga una mochila donde, sin duda, lleva los ornamentos que
habrá de utilizar en la eucaristía. Los lleva él. No tiene un secretario que
los acaree ni le pide al Obispo que lo lleve.
El
Nuncio es un Obispo pero, por sobre todas las cosas es un ser humano normal y
está perfecto lleve su mochila. Bienvenido buen signo.
Una
vez terminada la eucaristía no hubo ningún encuentro de tipo protocolar sino
que, en la puerta del templo, fue saludando una a una a cada uno de las
personas que se acercaban a saludarle.
Con
tremenda delicadeza escuchaba y respondía a los diversos saludos que se le
brindaban. No tenía prisa ni realizaba un trámite. Se inclinaba para escuchar
mejor y con una sonrisa respondía y luego trazaba una cruz sobre la frente de
quien le hablaba.
No
había ningún protocolo sino simple cercanía. Bienvenido buen signo.
¡Por
fin! Del encuentro anterior me había retirado con una sensación desagradable,
de este me retiraba con una íntima satisfacción.
Me
propuse escribir sobre esto puesto que no ha de ser noticia ni ocupará ningún
renglón en algún comentario pero, sin duda, vale la pena destacar tal buen
signo.
Es
una Iglesia que da pequeños pasos para “humanizarse”.
Es
una Iglesia que, puede equivocarse y muy feo, pero no duda en dejar algunos
privilegios y hacerse más cercana.
Sr.
Nuncio, gracias por resultarme un buen signo de esa Iglesia cercana que es tan
necesaria actualmente.
Sr.
Nuncio, gracias por mostrar, con tanta sencillez, que hay una brisa nueva que
invita a modificar muchas cosas.
Gracias
por ser un “buen signo”
Padre
Martin Ponce de León SDB