CADA DÍA SU AFÁN
TAREAS PARA LA PAZ
El domingo
24 de noviembre de 2019, el papa Francisco ha participado en el Encuentro por
la Paz, celebrado en Hiroshima, Japón. Y ha dirigido al mundo un impresionante
mensaje desde el Memorial de la Paz, un lugar que él ha definido como “encrucijada de muerte
y vida, de derrota y renacimiento, de sufrimiento y piedad”.
Allí el Papa recordó que de “tantos
hombres y mujeres, de sus sueños y esperanzas, en medio de un resplandor de
relámpago y fuego, no ha quedado más que sombra y silencio. En apenas un
instante, todo fue devorado por un agujero negro de destrucción y muerte”.
Recordando la doctrina social de la
Iglesia sobre la paz y la guerra, ha pronunciado tres afirmaciones y una
profecía que no deberían quedar en el olvido:
1. “El uso de la energía atómica con
fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su
dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común”.
2. “El uso de energía atómica con
fines de guerra es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de
las armas atómicas”.
3. “Las nuevas generaciones se
levantarán como jueces de nuestra derrota si hemos hablado de la paz, pero no
la hemos realizado con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra.
El papa Francisco mencionó la
encíclica “Pacem in terris”, de Juan XXIII, para recordar los cuatro valores
sobre los que ha de asentarse la paz: la verdad, la justicia, la caridad y la
libertad. Además, citó la famosa interpelación que el papa Pablo VI dirigió el
4 de octubre de 1965 a la asamblea de las Naciones Unidas: «No es posible amar
con armas ofensivas en las manos».
Con un estilo que le es habitual, subrayó el Papa la necesidad de promover estas
tres actitudes: recordar, caminar juntos y proteger.
• Recordar lo sucedido en Hiroshima, puesto
que la memoria de lo acontecido es garante y estímulo para construir un futuro
más justo y más fraterno y debe ayudarnos a decir de generación en generación: “¡Nunca
más!”.
• Caminar juntos, con una mirada de
comprensión y de perdón, abriéndonos a la esperanza y trayendo un
rayo de luz en medio de las nubes que ensombrecen el cielo. Necesitamos
convertirnos en instrumentos de reconciliación y de paz.
• Protegernos y sabernos
interconectados no solo por la globalización moderna sino sobre todo por nuestra
pertenencia a una tierra común. Dos factores que nos exigen vivir como hermanos para garantizar un futuro
común.
En nombre de todas las víctimas de los
bombardeos, de los experimentos atómicos y de todos los conflictos, el Papa
elevaba un grito: ¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca
más tanto sufrimiento! Que venga la paz en nuestros días, en este mundo
nuestro. No deberíamos olvidar este mensaje lanzado desde Hiroshima.
José-Román Flecha Andrés