CON EL CORAZÓN ACELERADO ESPERO
Este
camino que vivimos es un camino que debemos construir.
Allá,
a lo lejos, divisamos nuestra meta que no es otra que la razón de nuestra
esperanza.
Nuestro
corazón se acelera descontando las horas que nos separan del destino.
Podemos
imaginar su llegada con el rostro pintado de felicidad y el cabello agitándose
al viento.
Siempre
nos recibe con la mejor de sus sonrisas y la calidez de un abrazo.
Es
mucho más que un simple abrazo. Es lo suyo en lo mío y lo mío que se hace suyo.
Para
poder encontrarnos necesario se hace dejar de lado lo nuestro para que lo suyo
nos ponga a andar.
Es
un camino donde no hay lugar para las prisas ni espacio para los reposos.
Es
un camino donde lo verdaderamente importante son los pequeños pasos que nos
impulsan a continuar avanzando.
Ya
no cuenta nuestro punto de partida sino, después de cada paso, la meta más
cercana.
Cuando
se comienza a experimentar que el corazón se acelera los pequeños pasos parecen
inmensos acercándonos a la meta.
Mirar
hacia adelante es casi que vislumbrar con mayor nitidez su silueta
esperándonos.
Nosotros
miramos la meta mientras Él otea el camino.
Ambos
nos esperamos deseosos del encuentro.
El
camino nos asegura la certeza de llegar.
El
camino nos ofrece la garantía de su destino.
No
todo es fácil ni cómodo. Todo es renovado y constante esperanza de cercano
encuentro.
Paso
a paso vamos dejando nuestras huellas y no nos importa el que ellas queden
atrás porque lo verdaderamente importante son sus huellas que nos habrán de
encontrar.
La
distancia es un concepto inventado por los humanos pero Él no se mueve con tal
concepto porque siempre está.
Se
saltea las distancias para que cada paso sea un encuentro.
Se
saltea las distancias para que cada paso sea un renovado abrazo.
Nos
espera al final de nuestro camino pero transita el mismo con nosotros.
Nos
ayuda a construir el camino por el que transitamos.
Nos
impulsa a dejar de lado obstáculos o dificultades.
Nos
frena cuando el deseo de correr nos invade.
Nos
anima a transitar un algo más cuando el deseo de detenernos gana nuestro ser.
Nos
alienta a avanzar paso a paso.
Nos
hace saber somos válidos en la medida que nos animamos a dar pasos.
Podemos
experimentar pequeñas heridas que no son otra cosa realidades propias del estar
en camino y Él se encarga de mostrarnos vale la pena continuar caminando.
Este
tiempo de preparación para la Navidad no es otra cosa que un ponernos a caminar
hacia su encuentro.
No
somos dignos de encontrarnos con Él, pero nuestra necesidad de Él hace que
nuestro corazón acelerado transite buscando su encuentro.
Navidad
será ese abrazo al final del camino.
Sus
brazos sobre nuestros hombros, su rostro junto al nuestro y su ser ligado al
nuestro.
Navidad
es nuestra historia fundiéndose con la suya.
Son
nuestras huellas que se hacen sus huellas porque historia de salvación.
Navidad
no es un recuerdo ni una fecha en rojo en el calendario. Navidad es una
experiencia vital de encuentro y abrazo.
Navidad
es experiencia plena de esperanza y de sueños que se hacen realidad.
Navidad
es encuentro que colma nuestro ser y nos plenifica
como personas.
Por
ello, con el corazón acelerado, espero.
Padre Martin Ponce de Leon SDB